Existen varias historias acerca del origen del nombre de la ciudad polaca de Cracovia, todas ellas protagonizadas por un dragón.

La leyenda más antigua se encuentra en la crónica Kadlubek, escrita en el siglo XIII, en la que se relata como en una cueva de la colina Wawel habitaba un dragón al que los habitantes de la zona debían ofrecer un determinado número de animales diarios como alimento. Si no lo cumplían la bestia devoraba un número de personas equivalente para saciar su hambre.

Aquí entra en escena el legendario rey Krakus, el mismo cuyo supuesto túmulo se alinéa con el de su hija Wanda a unos tres kilómetros del centro de la ciudad, quien encarga a sus dos hijos acabar con el monstruo. Éstos lo hacen rellenando una oveja con un sulfuro incendiario que, una vez en el estómago del dragón termina por consumirle por dentro. Pero el hijo menor aprovecha para deshacerse del mayor, llamado Krakus igual que su padre, con la escusa de la pelea. Una vez descubierto el engaño el asesino es desterrado y la ciudad toma el nombre de Cracovia en honor de este Krakus.

En el siglo XV Jan Dlugosz relata una versión en la cual es el propio rey Krakus quien consigue derrotar al dragón, y para finales del siglo XVI el historiador Joachim Bielski introduce un nuevo personaje en la leyenda, un zapatero llamado Skuba que termina con la bestia a cambio de desposarse con Wanda, la hija del rey.

Haya existido o no el mítico dragón, lo que si existe es la gruta que tiene 270 metros de largo, 81 de los cuales están hoy abiertos al público. La cámara principal, de unos 25 metros de largo y 10 de altura, está coronada por una bóveda de ladrillo construida en 1830 que cierra una antigua entrada. Precisamente la que usaría Ambrozy Grabowski en 1829 para entrar y explorarla, siendo el primero en describirla documentalmente.

Sería gracias a Grabowski que esta cámara se abriría a la visita del público en 1843, y no tardaría mucho en comenzar a usarse como taberna y, según dicen algunos, también como burdel. En la cueva existen también cinco pequeños lagos en los que habita una especie rara de crustáceo, el Niphargus tatrensis, razón por la cual no son visitables.

En 1969 el escultor Bronislaw Chromy creó una escultura del dragón, que fue instalada cerca de la entrada de la gruta en 1972. Está hecha en bronce y tiene 6 metros de altura. Desde su colocación se convirtió en uno de los símbolos de la ciudad y actualmente es un importante atractivo turístico, ya que escupe fuego a intervalos de cinco minutos, gracias a un sistema interno de gas.

Aunque parece que en ninguna parte se anuncia, la prensa y el boca a boca confirman que esos cinco minutos entre una llamarada y otra se pueden acortar enviando un SMS con la palabra smok (Dragón en polaco) al número 7168. La escultura puede recibir solicitudes cada 15 segundos, lo que supone unas tres mil llamaradas diarias. Y, evidentemente, los ingresos obtenidos por ese sistema van para pagar el gas consumido.


Fuentes

Zamek Królewski Na Wawelu / e-krakow / Wikipedia


  • Compártelo en:

Descubre más desde La Brújula Verde

Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.

Something went wrong. Please refresh the page and/or try again.