¿Recuerdan la vieja costumbre de los abuelos de esconder el dinero en el colchón o en algún rincón del desván? Bueno, pues puede que los antiguos atenienses hicieran algo parecido pero de forma institucional y no usando la cama sino el principal icono de su civilización, el Partenón.

Según algunos investigadores, el famoso templo de Atenea pudo haber sido el escondite de un fabuloso tesoro compuesto por millones de monedas de oro y plata; hasta doscientas sesenta toneladas de ellas. ¿En qué rincón concreto? En el desaparecido ático del edificio.

Ésa es la inaudita teoría que propuso un equipo de arqueólogos liderado por el canadiense Spencer Pope, basándose en los relatos de fuentes clásicas: «Los escritores de la Antigüedad dicen que los atenienses guardaban grandes reservas de monedas en la Acrópolis, pero no dicen exactamente dónde». «Por ejemplo, un decreto que data del año 433 a.C. aproximadamente se refiere a tres mil talentos que fueron llevados a la Acrópolis para su custodia. Era una cantidad enorme de dinero».

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La moneda principal probablemente sería el tetradracma, acuñado en plata, con un peso de diecisiete gramos y que abundaba en la ciudad griega por los tributos que pagaban otras urbes del entorno por la protección que Atenas les proporcionaba con su escuadra. El tetradracma valía cuatro dracmas. Mil quinientos tetradracmas formaban un talento, por lo que los tres millares de talentos reseñados equivaldrían a cuatro millones y medio de tetradracmas, cuyo peso estimado rondaría las setenta y ocho toneladas. Y pensemos que el tesoro ateniense llegó a alcanzar picos de diez mil talentos, unas doscientas sesenta toneladas.

Hablamos de una época de esplendor en torno al siglo V a.C. Fue precisamente entonces cuando se construyó el Partenón, que podría haber tenido ese uso extra. Ciertamente, los investigadores admiten que el tesoro pudo haberse guardado repartido por varios edificios, pero la Acrópolis era el lugar más seguro.

Tetradracma ateniense. Foto: Wikimedia
Tetradracma ateniense. Foto: Wikimedia

El porqué esos expertos apuntan a un ático se debe al hallazgo de una estructura que parece corresponder a una especie de buhardilla de la que no hay referencias escritas ni, en principio, otro uso lógico.

Estamos hablando de una estancia que ocupa una superficie similar a la de tres pistas de tenis, unos cincuenta metros de longitud por diecinueve de anchura más una altura de tres. Ello serviría para distribuir el peso y evitar que éste se acumulara en puntos, con el consiguiente peligro de desplome.

De hecho, hay unos huecos que, se supone, servirían para albergar vigas extra de madera. También se conservan restos de una escalera que hasta ahora se consideraba que tendría un uso ceremonial y que, según Pope, serviría en realidad para subir el tesoro hasta allá arriba.

Estado del Partenón en 1896. Foto: Wikimedia
Estado del Partenón en 1896. Foto: Wikimedia

Para intentar visualizar la cosa se ha hecho una hipotética recreción digital de ese espacio del Partenón. Hoy en día no se conserva el techo del templo porque quedó destruido a causa de una explosión en el siglo XVII, cuando fue alcanzado por un cañonazo de la armada veneciana que sitiaba la ciudad, entonces en mano del Imperio Otomano; resultó que los turcos habían instalado allí un polvorín.

A ello se sumó la depredación de los mármoles por lord Elgin, algunos arrancados, al parecer, con dinamita. Así que el sitio quedó bastante maltrecho; el aspecto que presenta actualmente es fruto de un proceso de reconstrucción.


Fuentes

Live Science / MacMaster University


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