Uno de los planes más curiosos que diseñaron los militares alemanes en la Segunda Guerra Mundial -y de los menos conocidos también, al no llevarlo a cabo- fue la Unternehmen Grün, es decir, la Operación Verde. El nombre alude al proyecto de invasión de Irlanda aprovechando las circunstancias del que por entonces era un joven país situado un tanto al margen de la política del Reino Unido.

Irlanda existía de facto desde diciembre de 1922, aunque había declarado su independencia en 1916 en medio de un complejo y sangriento proceso. Autodeclarado estado libre, promulgó su propia constitución y, pese a verse envuelto en una guerra civil entre quienes defendían un tratado con Inglaterra y quienes se negaban tajantemente optando por un modelo republicano totalmente independiente (la postura del IRA), en 1937 nacía Eire. De momento seguiría dependiendo institucionalmente de la Corona británica pero en la constitución estaba previsto que se convirtiera en una república.

Eso y la constancia de la división interna que había llevado al conflicto civil, hizo plantearse al Estado Mayor alemán la posibilidad de invadir la isla y tener así una cabeza de puente en el archipiélago británico (una inmensa base aérea de enorme valor estratégico para la Luftwaffe), pues se estimaba que la ocupación sería mucho más sencilla que en el caso de Inglaterra, cuya conquista también tenía preparado su propio plan, la Operación León Marino.

Leonhard Kaupisch/Imagen: Bundesarchiv, Bild, en Wikimedia Commons

Si bien se cree que el autor intelectual del desarrollo de la Operación Verde fue el general Fedor von Bock, la responsabilidad oficial de llevar a cabo la misión recayó en el general Leonhard Kaupisch, comandante del Cuarto y Séptimo cuerpos de infantería, puesto que serían los destinados a esa misión. El Cuarto ya contaba con experiencia en combate, durante la invasión de Polonia, habiéndose hecho acreedor de una brutal reputación.

El 8 de agosto de 1940 se hicieron treinta y dos copias del plan (algunas aún se conservan), calificado de alto secreto, para distribuirse entre los mandos. Preveía que un total de cincuenta mil hombres apoyados con blindados, unidades motorizadas y comandos, se pusieran en marcha desde los puertos de Nantes, Lorient y Saint Nazaire, en Francia, y, una vez en la isla, mediante un asalto anfibio en el que cuatro mil hombres debían abrir paso por sorpresa, avanzaran a gran velocidad -hasta cien kilómetros diarios- hasta llegar a Dublín.

Se estimaba que sólo habría una resistencia simbólica, pues el ejército irlandés sumaba menos de once mil efectivos mal armados, a salvar con bombardeos masivos y operaciones de diversión en Cork y Clonmel, mientras el grueso del ejército penetraba por Laois-Offaly y establecía una base en Kildare.

Una vez ocupada Irlanda se decretarían un toque de queda y una ley marcial, ya que, dadas las dificultades de abastecimiento por el carácter insular del territorio, habría que incautar todos los recursos necesarios a la población local, desde el ganado al combustible, pasando por víveres. Por supuesto, la Operación Verde debía coordinarse con la Operación León Marino, de manera que una se iniciaría inmediatamente después de la otra. Esto ha llevado a algunos estudiosos del tema a especular con que no se trataba de un plan real sino de uno ficticio, destinado a confundir a los servicios secretos británicos y a que su ejército desviara tropas hacia allí. Lo cierto es que Churchill tuvo noticia de aquel proyecto y como contramedida redactó el Plan W, que preveía la colaboración de los ejércitos británico e irlandés para intentar detener la invasión desde el primer momento.

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Sea cual sea la verdad, el caso es que realmente hubo un plan desarrollado por escrito, bien es cierto que a la hora de la verdad algunas voces aconsejaron supeditarlo a que los republicanos irlandeses de Eamon de Valera solicitaran ayuda alemana para romper definitivamente con Reino Unido. De hecho, ésa era una de las posibilidades manejadas por Hitler porque el IRA había mandado a la Abwehr (servicio secreto alemán) un dossier con una propuesta análoga años atrás, aunque menos detallada; la Abwehr lo bautizó con el nombre de Plan Kathleen y el Ministerio de Asuntos Exteriores de Berlín lo llamó, más apropiadamente, como Plan Artus (en referencia al rey Artus o Arturo).

Pero los irlandeses nunca volvieron a insistir en el tema y además algunos mandos germanos no veían nada clara la viabilidad de su propio plan. Uno de ellos fue el almirante Erich Raeder, que consideraba imposible superar el poderío de la Royal Navy para poder abastecer a la tropa en suelo irlandés; según dijo, se corría el riesgo de que éstos quedaran aislados y terminaran viéndose obligados a retirarse como los británicos en Dunkerque. Asimismo, sólo había dos buques de carga disponibles en aquella parte de la costa francesa y no estaba claro cómo se iban a sortear los ataques de la RAF durante la travesía por el litoral británico.

De todas formas, la Operación León Marino fue retrasándose y ante la puesta en marcha en 1941 de la Operación Barbarroja (la invasión de la URSS) finalmente se suprimió en febrero de 1943, con lo que su paralela en Irlanda carecía ya de sentido. De su recuerdo quedan los tomos de que constaba, cada uno dedicado a una región de Irlanda, con fotos, planos, postales, dibujos, callejeros e información variada que pudiera ser considerada de utilidad, como horarios de mareas, listados de propietarios de garajes, rutas ferroviarias, etc.


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