Cerca de la localidad búlgara de Varna hay una zona llamada Pobiti Kamani (literalmente piedras clavadas aunque se suele traducir como el bosque de piedra o el desierto de piedra), documentada y estudiada por vez primera en 1829 pero que ya era conocida en la Antigüedad como un lugar sagrado.
Se trata de un conjunto de formaciones que, a primera vista, parecen columnas y pilares creados por el hombre como los de un templo en ruinas, pero que en realidad son de origen natural.
Este fenómeno natural, al que UNESCO ha calificado como único y sin paralelo en todo el mundo, se extiende por unos 50 kilómetros cuadrados en un cinturón de unos 8 kilómetros de largo, de sur a norte en la región de Varna en la costa norte búlgara del Mar Negro.
Las piedras más altas alcanzan los 10 metros de altura, y muchas aparecen agrupadas como si hubiesen formado parte de una antigua estructura hoy desaparecida. Hay hasta 18 grupos y casi todas son huecas y están llenas de arena.
Los científicos han aventurado muchas teorías sobre su formación a lo largo de los años, algunos incluso explicándolas como resultado del crecimiento y desarrollo de corales en los tiempos remotos en que la zona estuvo sumergida. El primero en examinarlas fue el general ruso Dibich, que quedó fascinado por ellas en 1828. Más tarde el geólogo británico William Hamilton afirmó en 1854 que su formación se había producido a lo largo de milenios por la acción del mar.
Hoy en día la explicación más aceptada es que se originaron a partir de un antiguo sistema de afloramiento de metano en la era Cenozoica, hace unos 50 millones de años. El metano habría fluido a través de fallas en las arenas marinas, oxidándose por las bacterias metanotróficas en la superficie y haciendo precipitarse el carbonato cálcico en torno al afloramiento.
Al solidicarse estos sedimentos fueron formando anillos superpuestos que dieron origen a las columnas. Luego, millones de años después, cuando la zona ya no se encontraba bajo las aguas, la erosión fue eliminando las arenas en torno a estos pilares, dejándolos al descubierto.
Por ello en las piedras se han podido encontrar numerosos fósiles como nummulites (organismos unicelulares que vivían en los mares del paleoceno y eoceno hace 65 millones de años), caracoles gigantes o mejillones.
Las estructuras fueron declaradas monumento nacional en 1938, y desde entonces son uno de los destinos turísticos más conocidos y frecuentados del país. Además de la singularidad de estas columnas pétreas, el lugar pasa por ser el único de Europa en el que se desarrolla una fauna y flora típica del desierto, como reptiles y cactus.
Junto con el desierto de Tabernas, en Almería, son los únicos dos desiertos europeos formados de manera natural.
Fuentes
UNESCO / Varna-BG / The Bohemian Blog / Wikipedia
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