Las numerosas películas sobre la llegada de Colón a América nos lo muestran habitualmente desembarcando y realizando el acto de plantar una enorme cruz en la playa como muestra de la conquista de esos territorios para la cristiandad. Hasta 29 veces repitió Colón ese ritual, pero ¿realmente llevaba consigo tantas cruces? La única de esas cruces de madera que sobrevive hoy en día es la Cruz de la Parra, custodiada y expuesta en la iglesia parroquial de Baracoa, en Cuba.
Aunque originalmente tenía unos 2 metros de altura, la que se puede contemplar hoy es mucho más pequeña, porque de ella se fueron cortando trozos que muchos se llevaban de recuerdo. Entre ellos el general Martínez Campos, el último en llevarse un pedazo, lo que dejó sus dimensiones reducidas hasta los actuales 80 por 41 centímetros. Finalmente, durante el siglo XVIII, se la recubrió en plata para evitar su destrucción.
Colón la colocó el 1 de diciembre de 1492, durante su primer viaje a América, en la entrada de la bahía de lo que más tarde se llamaría Baracoa, en la actual provincia de Guantánamo. Análisis recientes confirmaron que la madera de la cruz, de Coccoloba diversifolia, proviene de las montañas circundantes, lo cual indica que fue construída allí mismo (Colón había llegado a la costa Este de la isla el 27 de noviembre) y no traída de España, posiblemente al igual que las otras 28 cruces.
El capitán Diego Velázquez, que acompañó a Colón en su segundo viaje, redescubrió la cruz veinte años después de haber sido plantada y en aquel lugar fundó la primera ciudad de Cuba, a la que llamó Nuestra Señora de la Ascensión de Baracoa en 1511. La cruz fue posteriormente extraída y trasladada a su actual emplazamiento en la iglesia parroquial (para 1528 ya la sacaban en procesión). En el lugar original se puede ver hoy una reproducción con el tamaño que realmente tenía.
La cruz de la Parra está considerada el artefacto más antiguo relacionado o conectado con Colón en toda América, así como la más antigua reliquia histórico-religiosa del encuentro entre Europa y América. Según algunos medios, durante la visita de Juan Pablo II a la isla en 1998 le fue ofrecida como presente, aunque la declinó, limitándose a bendecirla.
Su autenticidad fue confirmada de manera simultánea en 1984 por los análisis realizados por expertos del Museo Telvuren de Bélgica, el Instituto de Investigación Forestal de Cuba y el laboratorio de física nuclear de la Universidad de Leuvan la Neuve.
En 2011 el gobierno cubano declaró la cruz Monumento Nacional y Tesoro de la Nación cubana.
Descubre más desde La Brújula Verde
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.