Si días atrás veíamos en un post las mil aventuras de uno de los primeros héroes navales de la historia de EEUU, John Paul Jones, hoy toca contar las de otro que también está en el olimpo de aquellos tiempos pioneros de la US Navy: Stephen Decatur.
Al contrario que Jones, él sí era norteamericano de nacimiento (Sinepuxent, Maryland, 1779), aunque de ascendencia franco-irlandesa, y de casta le venía la afición al mar porque su padre era comodoro de la armada, un veterano de la Guerra de la Independencia que le introdujo en el mundo naval para curarle la tos ferina y para ello lo embarcó consigo, consiguiendo su objetivo.
Luego le proporcionó educación universitaria pero la mar ya había enamorado al joven Decatur y con diecisiete años dejó los estudios para enrolarse como guardiamarina, a despecho de su progenitor, que quería que fuera ingeniero naval, y de su madre, que esperaba que se hiciera clérigo.
En 1797, Decatur servía a bordo de la fragata USS United States. Por entonces, la armada nacional estaba inmersa en un plan de construcción de cuatro fragatas, dada la carencia de barcos para proteger sus costas una vez que ya no se contaba con la Royal Navy, algo preocupante porque Francia exigía el cobro de las deudas por su ayuda y el cese de las relaciones comerciales que el nuevo país mantenía con Gran Bretaña, y dado que no se atendían esos requerimientos, la situación era casi prebélica con la antigua aliada.
Decatur ascendió a teniente en mayo de 1799 y recibió la orden de reunir tripulación y equipo para cuando el United States estuviera listo, tras unos trabajos de mantenimiento.
Un oficial criticó su labor y Decatur le reto a duelo; sabiendo que era mejor tirador que su oponente, disparó sólo a herirle y, en efecto, ganó. No sería la última vez que se vería en un trance similar. Luego, el barco estuvo listo y realizó varias singladuras con nuestro personaje al mando, entre ellas un viaje a España para llevar mensajeros.
Pero a la vuelta, como la nave volvió a necesitar revisión, Decatur se embarcó en la bricbarca USS Norfolk, con la que capturó nada menos que veinticinco barcos franceses y corsarios. Después, escoltó el regreso de los enviados especiales desde Cartagena y retomó el mando del reformado United States.
Finalmente, París y Washington llegaron a un acuerdo y la armada norteamericana, que contaba cuarenta y dos buques de guerra, tuvo que reducir su actividad. Decatur fue de los elegidos para continuar de servicio, curiosamente en el Mediterráneo, con la misión de poner fin a la piratería berberisca que había asaltado algunas naves comerciales de su país y exigía cuantiosos rescates por las tripulaciones.
Así, en verano de 1801 una escuadra de EEUU travesaba el Atlántico por primera vez, dirigida por el comodoro Richard Dale y compuesta, aparte de algunos barcos menores, por varias fragatas. Decatur iba en la USS Essex, bajo las órdenes de William Bainbridge.
Un altercado con un oficial británico en Malta le obligó a regresar a EEUU temporalmente, donde supervisó la construcción del bric USS Argus. Luego recibió el mando de la goleta USS Enterprise, de doce cañones, y en diciembre de 1803 entró en combate contra los piratas al lado del USS Constitution. Poco después Decatur llevó a cabo la que probablemente fue su acción más famosa, el rescate del capitán Bainbridge, capturado tras haber encallado su barco, el USS Philadelphia, frente al puerto de Trípoli.
El plan era realmente audaz: entrar de noche en el puerto con el USS Intrepid simulando ser un mercante británico, desembarcar con ochenta marines disfrazados de marineros comunes, prender fuego al Philadelphia para distraer la atención y sacar de prisión a sus compañeros; todo salió a la perfección y sin bajas.
Decatur se convirtió en un héroe, alabado por Nelson, varios gobiernos extranjeros e incluso el mismísimo Papa. Pero la campaña aún no había terminado. En agosto de 1804, mientras la escuadra estadounidense, apoyada por la napolitana, bombardeaba Trípoli, Decatur vivió dos momentos de muy diferente cariz: el bueno fue su ascenso a capitán; el malo, la muerte en combate de su hermano James.
Le vengó capturando el barco causante y matando personalmente al pirata responsable en una espectacular pelea (al parecer era un hombre gigantesco). El 4 de junio de 1805, el bajá de Trípoli se rindió.
El del USS Constitution fue el mando que recibió Decatur ya como capitán. Era el más joven de la historia en lograrlo y entró así en una etapa feliz en la que aprovechó para casarse con Susan Wheeler el 8 de marzo de 1806. Establecidos en Norfolk, donde él estuvo al mando de una escuadra acantonada en Cheaspeake y supervisó la construcción naval de nuevas unidades, no tuvieron hijos.
Fue en ese período cuando se produjo un incidente que enfrentó a Decatur con su amigo James Barron. Éste mandaba el USS Cheasepeake, con el que tuvo que enfrentarse al HMS Leopard inglés por la exigencia de éste de entregar a desertores que, en realidad, eran espías americanos. Barron fue derrotado y Decatur puso en cuestión su actuación en el consiguiente consejo de guerra, a pesar de que el inglés era un barco muy superior, transformando así su amistad en enemistad.
El 8 de junio de 1812 estalló la guerra con Gran Bretaña por el expansionismo de ésta en Norteamérica y la incitación que hacía a las tribus indias contra EEUU. Un centenar de buques británicos se desplegó por la costa de sus antiguas colonias y aunque la idea inicial del gobierno estadounidense era hundir los suyos en las bocanas de los puertos para impedir la entrada al enemigo, las protestas de los oficiales le hicieron dar marcha atrás.
Afortunada decisión, puesto que los capitanes norteamericanos supieron sobreponerse a su inferioridad numérica y obtener un buen número de victorias. Una de las más sonadas fue la captura del HMS Macedonian por el USS United States, que estaba dirigido precisamente por Decatur. Este protagonizó otras destacadas acciones, como la ruptura del bloqueo de Nueva York; pero la más inaudita fue retar a duelo naval al célebre capitán británico Thomas Hardy (el que había mandado el HMS Victory en Trafalgar), que tenía bloqueado el puerto de New london; no llegó a llevarse a cabo.
En febrero de 1815 cesaron las hostilidades y Decatur, que estaba prisionero en las Bermudas tras caer herido intentando romper el bloqueo de Nueva York, pudo regresar a su país, donde fue condecorado con la Medalla de Oro del Congreso por sus méritos. Pero una guerra sucedía a otra y Argel volvía a estar en el punto de mira al reanudar los piratas sus ataques a barcos mercantes de EEUU.
Decatur y Brainbridge se encontraron de nuevo, cada uno al mando de una escuadra que debía rescatar prisioneros y solucionar de una vez la cuestión. Decatur capturó la nave almirante argelina cerca de la costa de Cartagena y amenazó con un bombardeo sobre Túnez y Trípoli. El enemigo cedió y se inauguró así la llamada «política de cañoneras» que caracterizaría la gestión de exteriores de EEUU durante mucho tiempo.
El marino regresó una vez más en loor de multitud, recibiendo las felicitaciones personales del secretario de Estado James Monroe (que pronto sería presidente) y del secretario de Marina Benjamin W. Crowninshield. Decatur se retiró entonces parcialmente, disfrutando de un gran prestigio social que se plasmaba en las reuniones que celebraba en su mansión de ladrillo rojo (que aún se conserva como museo).
Profesionalmente dejó el servicio activo y pasó a ser comisionado, cargo que la traería la desgracia. En la junta, se opuso a la planteada reincorporación a la armada de James Barron y éste le retó a un duelo a pistola.
El lance se llevó a cabo a tan escasa distancia -ocho pasos- que sólo podía terminar en tragedia y así fue: Barron resultó tocado aunque sobrevivió, pero Decatur cayó herido de muerte. Le llevaron agonizando a casa sin que los intentos del médico por salvarle dieran resultado, si bien hubo tiempo para que, al menos, ambos contendientes se perdonasen y reconciliasen.
El fallecimiento fue esa misma noche, la del 22 de marzo de 1820, y el funeral se convirtió en un acontecimiento de asistencia masiva -diez mil personas- y dolor nacional. Sus restos descansan hoy en la misma iglesia de Filadelfia donde estaban enterrados sus padres.
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