A todo el mundo le sonará, más o menos, el nombre de Kadesh, una antigua ciudad situada en la región de Canaán, en lo que hoy es Siria, asentada junto al río Orontes. Es famosa por la batalla que lleva su nombre, en la que se enfrentaron los hititas del rey Muwatalish con los egipcios de Ramsés II por el control de ese territorio fronterizo entre ambos imperios y que terminó en tablas tras salvar el faraón, en una desesperada iniciativa personal que él mismo se encargó de glorificar, un primer embate del enemigo que a punto estuvo de destruir su ejército. Varios milenios después, el nombre de aquella ciudad sirvió también para bautizar una campaña relámpago que reveló al estado de Israel como una auténtica potencia militar: la Operación Kadesh.
Fue en el contexto de lo que los israelíes llaman la Guerra del Sinaí pero que otros países implicados, como Francia y Reino Unido, conocen más bien por el verdadero motivo que desató las hostilidades: la nacionalización el 26 de julio de 1956 del Canal de Suez por el presidente egipcio Nasser. Éste había depuesto al rey Faruk en un golpe de estado e iniciado una política panarabista, en la que se alejó de las potencias occidentales y procuró un acercamiento al bloque socialista (nacionalismo socialista árabe, se denominó).
La respuesta de los europeos -y de EEUU- fue retirar su prevista financiación de la construcción de la presa de Asuán, lo que llevó a Nasser a bloquear el estrecho de Tirán, cerrando así el acceso al puerto israelí de Eli, que está al final del golfo de Ákaba y quedaba aislado del Mar Rojo. El hecho de que Egipto hubiera comprado carros de combate a Checoslovaquia y firmara una alianza con Jordania y Siria llevó al gobierno de Tel Aviv a temer una invasión, por lo que, a su vez, alcanzó un acuerdo con los de París y Londres: atacar primero y ocupar la península del Sinaí para después negociar. La Operación Kadesh fue concebida con ese objetivo y constituyó, pues, la primera parte de la guerra.
Con una eficacia de la que ya había dado muestras en 1948, los israelíes lograron movilizar sus fuerzas armadas en sólo cuatro días y fijar los objetivos: neutralizar las fuerzas egipcias acantonadas en la franja de Gaza, dejar inoperativas las del Sinaí y tomar la localidad de Sharm el Sheik, en el extremo sur peninsular, clave para dominar el estrecho de Tirán. Moshe Dayan, el general encargado de las operaciones, dictó dos normas especiales: procurar evitar matanzas que incitaran a otros países árabes a intervenir y detener los avances antes de llegar al Canal de Suez, pues a partir de ahí era cosa de sus aliados.
El 29 de octubre de 1956 cuatro cazas Mustang israelíes se encargaron de interrumpir las comunicaciones egipcias mediante una técnica tan insólita como audaz y peligrosa: volando a sólo 3 metros de altura cortaron los cables usando sus hélices. Ello permitió que un batallón de la 202ª Brigada Paracaidista cayera sobre las inmediaciones del puerto de montaña de Mitla, muy cercano al Canal; también fue una operación arriesgada y sorprendente porque los 16 aviones Dakota que transportaban a aquellos 400 hombres tuvieron que volar bajo para evitar ser detectados antes de elevarse nuevamente para lanzarlos desde altura suficiente. Los egipcios no consideraron importante aquel ataque porque, paralelamente, para despistar, Dayan había ordenado concentrar tropas en las frontera jordana y aquél parecía ser el verdadero punto caliente.
Una tercera proeza vino de la mano del teniente coronel Ariel Sharon (futuro primer ministro en 2001), quien logró enviar tropas de apoyo a los paracaidistas atravesando el desierto en apenas 24 horas, cuando el propio plan calculaba que harían falta al menos 48 a causa de la enorme dificultad que suponía el terreno arenoso para los vehículos. La rapidez era crucial y Sharon fue tomando una posición tras otra del centro del Sinaí de forma imparable, desde Kuntilla hasta Nakhl, de manera que contactó con la 202ª en sólo 30 horas. Paralelamente, un par de batallones de la 4º Brigada de Infantería ocuparon el estratégico cruce fronterizo de Kusseima, lo que permitía enviar refuerzos sin peligro.
Sobre el terreno, el plan se alteró adaptándose a las circunstancias. El centenar de tanques que formaba la 7ª Brigada Acorazada del coronel Simoni vio la ocasión y conquistó Abu Ageila en una hora, desobedeciendo la orden de Dayan de esperar un día para no revelar a los egipcios sus intenciones y evitar una escalada bélica. Sharon también ignoró las indicaciones de su superior de resistir en los alrededores de Mitla sin intentar tomarla y en 7 horas el paso de montaña era suyo, aunque necesitó que le enviaran apoyo. Sólo faltaba el verdadero objetivo, que era Sharm-el Sheikh pero antes había que encargarse de la franja de Gaza, donde Egipto había concentrado el grueso de su defensa.
El 30 de octubre, la 1ª Brigada de Infantería Golani y la 27ª Brigada Blindada (ésta mandada por Dayan en persona) se reunieron en Rafah y dos días después ocuparon El Arish, continuando su avance hasta Romani, a sólo 15 kilómetros del canal. Al mismo tiempo la 11ª Brigada de Infantería logró rendir toda la franja en apenas media hora de lucha, desalojando a la 5ª Brigada egipcia de todas sus posiciones (una veintena de colinas fortificadas donde se había instalado artillería, a la postre inefectiva).
Esa misma jornada, 2 de noviembre, la 9ª Brigada israelí (dos millares de hombres y dos centenares de vehículos) atravesó 332 kilómetros de desierto paralelamente a la costa del golfo de Ákaba, superando una vez más el problema de la arena (no había carretera) y llegando el día 4 a las afueras de Sharm-el Sheikh. Haciendo tenaza, otras tropas avanzaron desde Mitla bordeando el litoral del golfo de Suez y un par de compañías de paracaidistas saltaron sobre la ciudad vecina de Tor. Sharm-el Seikh no pudo resistir y cayó el 5 de noviembre.
Era el final de la Operación Kadesh. Como estaba previsto, fueron franceses y británicos los que continuaron la guerra con un asalto anfibio a Port Said. Todo terminó cuando EEUU y la URSS impusieron un alto el fuego el 6 de noviembre que llevó a la retirada de tropas dos meses después, a comienzos de 1957. Israel devolvió el Sinaí a Egipto a cambio del levantamiento del bloqueo del estrecho de Tirán y se reveló como una emergente potencia militar tras haber echado de la península a 35.000 soldados egipcios y 200 carros de combate en poco más de una semana. En cambio, para Francia y Gran Bretaña fue la confirmación de su pérdida de influencia internacional en aquellos nuevos tiempos, ya que el Canal de Suez quedó definitivamente en manos de Egipto y Nasser, pese a su derrota militar, se convirtió en un héroe.
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