Desde el aire parece una gigantesca mitocondria, solitaria e inmóvil, flotando en la inmensidad de un citoplasma azul. Pero en realidad se trata de un atolón que forma parte del archipiélago Tuamotu, en la Polinesia Francesa, compuesto por setenta y ocho islas y atolones de coral que suman una superficie total de ochocientos ochenta y cinco kilómetros cuadrados. Éste, en concreto, se llama Mataiva.

Mataiva, que administrativamente se encuadra en la comuna de Rangiroa, se ubica en uno de los extremos de ese conjunto insular, el noroeste. El símil inicial que lo compara con una mitocondria no sólo obedece a su forma ovalada (diez kilómetros de largo por algo más de cinco de ancho) sino también a la laguna central que ocupa casi toda la superficie interior y lo asemeja al reticulado del orgánulo celular.

Como se puede apreciar, la isla está constituida por un anillo que corresponde al cono de un volcán parcialmente sumergido, del que únicamente aflora una pequeña cresta. Con el tiempo, los arrecifes de coral se fueron asentando alrededor de dicha cresta, haciendo que la caldera pasara a ser una laguna.

Mapa topográfico del atolón/Imagen: Maximilian Dörrbecker en Wikimedia Commons

Hasta ahí, nada que sea diferente a otros miles de atolones repartidos por el océano Pacífico, poseedores de una belleza paradisíaca y muy llamativa que ha convertido a muchos de ellos en demandados destinos turísticos.

Pero la laguna de Mataiva es un poco especial porque está tachonada con multitud de blancos copetes coralinos que la erosión ha ido transformando en una especie de estructura alveolar en forma de red, con líneas de cincuenta a trescientos metros de anchura, originando unas setenta pequeñas piscinas naturales de agua color turquesa. La profundidad media de cada una de ellas es de ocho metros. Y, aunque desde una perspectiva aérea lo parezca, las crestas no sobresalen de la superficie sino que están a un metro bajo el agua, más o menos.

Mataiva atolon laguna reticula en interior

La escasa población de Mataiva vive en el anillo exterior, concentrada en un minúsculo pueblo llamado Pahua que distribuye sus solitarias casas entre las dos riberas del canal que comunica la laguna con el mar; es una lengua de ciento diez metros de longitud que salva el puente más largo de toda la Polinesia (curiosamente, la profundidad apenas supera el metro, por lo que no es navegable). El resto de la superficie del atolón está cubierta de bosque.

No obstante se cuentan nueve pasos más, de dimensiones menores, que son los que dan nombre al atolón: Mataiva significa Nueve Ojos; recuperó su denominación autóctona tras haber sido bautizada Lazarev por su descubridor en 1820, el marino estonio Fabian Gottlieb Thaddeus von Bellingshausen, durante un viaje alrededor del globo para la Marina Imperial Rusa.

En la parte sureste también existe un antiguo centro ceremonial asociado al culto a la tortuga llamado Marae Papiro, que hasta 1906 era el núcleo poblacional principal y hoy es un sitio arqueológico.

Una playa de Mataiva/Imagen: Makemake en Wikimedia Commons

Además hay algunos pequeños islotes dentro de la laguna que se usan como localización de santuarios religiosos y, sobre todo, para la cría de aves marinas; porque, pese a su modesto tamaño, Mataiva tiene su propia fuente de riqueza en los yacimientos de fosfatos que hay bajo las pozas (se calcula de diez a quince millones de toneladas) y eso suele llevar a choques con los ecologistas, que han conseguido paralizar su extracción.

Y es que el ejemplo de Nauru (Micronesia), donde también había una explotación minera que dejó la isla degradada e inhabitable, ha puesto en guardia a la gente de Mataiva y los fosfatos ceden protagonismo al cultivo de vainilla, coco, pesca y,cómo no, turismo (en 1999 se inauguró un aeródromo desde el que Air Tahiti enlaza el lugar con Papeete).

Antaño sólo la copra (pulpa seca de coco) y la caza de tortugas marinas en la laguna suponían una actividad económica para los esporádicos visitantes que se acercaban desde Rangiroa y Tikehau, pues el lugar no tuvo vecinos permanentes hasta 1945. Quieren conservar su paraíso ante todo.


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