Puede ser tan sólo una coincidencia, pero seguramente el descubrimiento en 2016 de los restos de una fortaleza en el promontorio de Tintagel en Cornualles ha echado más leña al eterno debate sobre la historicidad del rey Arturo.

Y es que a finales de julio de ese año los arqueólogos encontraron los restos de un palacio, con muros de un metro de grosor, que creen pueden ser la fortaleza donde residían los monarcas del antiguo reino de Dumnonia en el siglo VI.

La tradición legendaria sitúa aquí la concepción del rey Arturo, como resultado de la unión adúltera de un caudillo británico y la esposa del gobernante local. Así lo escribió Geoffrey de Monmouth en su Historia Regum Britanniae (Historia de los reyes de Bretaña) hacia el año 1138, basándose probablemente en una leyenda muy anterior.

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Para ese año 1138 el promontorio de Tintagel ya estaba deshabitado y el castillo cuyas ruinas se pueden ver en la actualidad no sería levantado hasta un siglo después. Por tanto la afirmación de Monmouth de que Arturo fue concebido en un antiguo palacio en el lugar, abandonado hacía muchos años, parece encajar con el hallazgo, dando una pátina de historicidad al mito artúrico.

Los restos que los arqueólogos sacaron a la luz datan de los siglos V y VI, precisamente la época en que los defensores de la historicidad de Arturo sitúan al personaje. Para saber si es una coincidencia o no tendremos que esperar a que finalicen los estudios en el sitio, lo cual llevará varios años.

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En cualquier caso, estén los restos conectados o no con el mito artúrico, el descubrimiento es importante porque es la primera vez que se encuentran edificios palaciegos o fortalezas de esos siglos en las islas británicas. Hasta doce estructuras han sido localizadas en el lugar en los últimos meses, algunas de proporciones significativas, de unos 11 metros de largo por 4 de ancho.

De los artefactos encontrados en las excavaciones, fragmentos de vidrio y cerámica, los arqueólogos deducen que quienes habitaban allí eran la élite política y militar. En ellos quedan evidencias de vino traído de Anatolia y aceite de oliva griego y norteafricano.

En estas últimas semanas hasta 150 conjuntos de cerámica han sido desenterrados, incluyendo fragmentos de ánforas de manufactura griega.

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El supuesto palacio parece ser solo el centro de un gran complejo formado por docenas de construcciones menores que cubrían todo el promontorio de Tintagel, como casas, talleres de artesanos y tiendas.

Todo este complejo dataría de finales del siglo V, y su declive y abandono sucederían a comienzos del VII, sin que se sepa exactamente la razón, ya que no se han encontrado evidencias de destrucción catastrófica. Sin embargo, se sabe que a finales del siglo VI y comienzos del VII hubo una pandemia similar a la peste negra medieval posterior, que devastó la zona después de dejar millones de muertos en el mundo Mediterráneo.

El hallazgo también sirve para arrojar luz sobre una época en la que la mayor parte de Bretaña había sido conquistada por anglos y sajones procedentes de Germania y la actual Dinamarca. La parte occidental y Cornualles habrían permanecido bajo control nativo, y mantenido sus relaciones comerciales con el Imperio Romano de Oriente, que para el año 554 había reconquistado a los bárbaros buena parte de Italia, el norte de África y el sur de la península Ibérica.


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