La Guerra de Secesión que devastó Estados Unidos entre 1861 y 1865 provocando más de medio millón de muertos y cientos de miles de heridos no estalló de pronto ni mucho menos. Los vientos bélicos llevaban soplando en el país al menos desde siete años antes, cuando en 1854 estalló un complejo conflicto que fue bautizado por el periodista Horatio Greeley como Bleeding Kansas (o Bloody Kansas), algo así como la Sangría de Kansas. Entonces no se le dio mayor consideración que la de un enfrentamiento fronterizo pero, a la larga, constituyó un auténtico prólogo a la tragedia que había de venir.

El escenario, obviamente, fue Kansas y la cuestión de fondo lo que ya se había convertido en el tema de la discordia entre los estados del Norte y los del Sur: la esclavitud. Por supuesto, la Guerra Civil tendría razones más profundas y la cuestión esclavista no era más que su capa visible, siendo la comepetencia entre ese sistema de producción tradicionalmente sureño y el industrial típico nordista la verdadera causa del enfrentamiento (secesión aparte), más allá del altruismo abolicionista.

Pero en 1854 la Ley Kansas-Nebraska estableció que la decisión de qué sistema se implantaría se tomara en el ámbito electoral y, así, las opiniones encontradas cristalizaron en torno a sendos grupos, diametralmente opuestos: los llamados Free Staters y los Border Ruffians.

EEUU en 1861. En granate y rojo, los estados que dejaron la Unión antes y después del 15 de abril de ese año; en azul, estados de la Unión no esclavistas; en amarillo, estados de la Unión esclavistas; en gris, territorios en disputa/Imagen: Tomf688 en Wikimedia Commons

Los primeros, fundamentalmente originarios de otros estados (Nueva Inglaterra sobre todo pero también Ohio e Iowa) pero establecidos en Kansas, eran antiesclavistas, mientras que los segundos, proesclavistas, procedían mayoritariamente de Missouri. Los freestaters se mostraban partidarios de un parcelamiento de propiedad individual en lugar de las grandes plantaciones del Sur; paradójicamente, los borderruffians se adecuaban a eso porque constituían un campesinado pobre sin capacidad para comprar esclavos pero, a la vez, temían el poder que los negros libres pudieran llegar a obtener frente a ellos. En aquellos tiempos Kansas aún no era un estado, por lo que unos y otros se estaban jugando las estructuras para cuando al fin lo fueran. Y nadie estaba dispuesto a ceder.

La citada ley de 1854, promulgada para dar forma a aquel territorio -arrebatado a los indios- de cara a la futura solicitud de admisión en la Unión, derogaba la anterior prohibición de la esclavitud y dejaba la decisión final en el gobierno que saliera de las elecciones. Pero éstas no se pudieron desarrollar normalmente. Los proesclavistas movilizaron a multitud de emigrantes que llegaron desde Missouri para votar o intimidar en los colegios electorales, adueñándose de los pueblos. A ello contestó el bando opuesto de manera similar, instalándose en las ciudades.

La agresión de Preston Brooks al senador Charles Sumner, según un dibujo de la época/Imagen: dominio público en Wikimedia Commons

La presión de los Border Ruffians les llevó a la victoria en las elecciones de final de año. Sin embargo, a principios de 1855 un comité del Congresó determinó que habían sido fraudulentas porque detectó que en muchas localidades la mayoría de los votantes no eran residentes. En los siguientes sufragios, celebrados en marzo y en los que se decidía ya si Kansas sería un estado esclavista o no, volvió a ocurrir lo mismo; hubo que repetir el proceso pero los esclavistas volvieron a ganar con mucha ventaja.

Otra comisión especial del Congreso resolvió que el resultado era, de nuevo, falso y los antiesclavistas, que habían empezado a armarse previendo un enfrentamiento y tenían en sus filas a virulentos abolicionistas como Henry Ward Beecher, decidieron separarse ese verano y fundar su propio estado libre, el de Topeka.

El presidente Franklin Pierce, reconocido esclavista, los declaró insurrectos. En noviembre se abrieron las hostilidades con lo que se llamó la Guerra Warakusa, en la que un freestater fue asesinado por un adversario; a partir de ahí se asaltaron negocios, ardieron sedes de prensa, se saquearon casas y tiendas… La violencia llegó al mismísimo Senado, donde el republicano Charles Sumner fue agredido por un representante de Carolina del Sur por insinuar relaciones sexuales entre el senador Andrew Butler y sus esclavas. Para añadir más leña al fuego, en octubre de 1855 llegó al territorio de Kansas John Brown.

Retrato fotográfico de John Brown
Retrato fotográfico de John Brown

Brown dirigía una pequeña tropa de familiares y adeptos, todos fanáticos religiosos abolicionistas, que la noche del 24 de mayo entraron en las casas de cinco destacados esclavistas y los mataron a sablazos. Luego se echaron al monte para tratar de provocar una insurreción de esclavos. Mientras el presidente Pierce declaraba sin efecto la denuncia del comité del Congreso y, en julio de 1856, enviaba un cuerpo expedicionario contra el Estado Libre de Topeka, Brown reunía cuarenta hombres y en agosto libraba la Batalla de Osawatomie , intentando infructuosamente defender la ciudad homónima de una incursión de cientos de borderruffians. Kansas estaba partida en dos bandos definitivamente irreconciliables y aunque el nuevo gobernador, John W. Geary, logró un compromiso de paz, ésta resulto bastante precaria, con esporádicos brotes de violencia.

La Masacre de Marais des Cygnes, el 19 de mayo de 1858, en la que una partida de borderruffians fusiló a cinco freestaters desarmados sin mayor razón, fue el pistoletazo de salida de una nueva oleada que incluyo el asalto y saqueo a la ciudad de Lawrence (capital del Estado Libre) y una nueva acción de John Brown, la matanza de cinco esclavistas en Pottawatomie.

Aquello parecía no tener límite y amenazaba prolongarse indefinidamente. Sin embargo y a despecho de esporádicas agresiones, las cosas se fueron calmando y se suele dar la fecha de 1859 como el final de la Sangría de Kansas. El resultado fue de cincuenta y seis muertos en total, más cuatro constituciones (la de Topeka, Lecompton, Leavenworth y Wyandotte).

John Brown en la obra Preludio trágico (John Steuart Curry)/Imagen: dominio público en Wikimedia Commons

Pero aún faltaba el epílogo del prólogo, valga el juego de palabras. El 16 de octubre de 1859, John Brown asaltaba la ciudad de Harper’s Ferry (Virginia) y tomaba el arsenal custodiado allí, atrincherándose en él. Una compañía del ejército mandada por un coronel que se haría famoso poco después, Robert E. Lee, se encargó de reprimir la acción; en el enfrentamiento, Brown perdió a la mitad de sus hombres (entre ellos dos hijos) y una vez capturado fue procesado y ejecutado.

No obstante, su entrega a la causa abolicionista trascendió el carácter exaltado e intolerante que tenía para quedar en el recuerdo de todos los soldados de la Unión cuando, a partir de 1861, una vez sumido el país en la ya inevitable guerra civil, marchaban entonando una canción religiosa con su nombre (el futuro Himno de batalla de la República).


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