A estas alturas puede resultar extraño que existan todavía civilizaciones prácticamente desconocidas, de las cuales apenas sabemos el lugar que habitaban y la fechas aproximadas de su aparición y desaparición. Si el nivel de desarrollo de esa civilización es más avanzado de lo que debería, de acuerdo a los registros temporales y a su localización, la cosa se pone interesante.
La civilización nigeriana de Nok cumple con todo eso, con un añadido peculiar: fabricaban figuritas de terracota de tamaño natural por lo menos un par de siglos antes de que los chinos creasen sus famosos Guerreros de Xian. Fue precisamente gracias a los fragmentos de estas terracotas que su existencia fue descubierta en 1928, aunque todavía pasarían muchos años antes de que alguien se percatase de lo especial de aquellas figuras.
Los primeros fragmentos aparecieron en una mina de la localidad de Nok en Nigeria. Los mineros hallaron pequeñas cabezas humanas y animales, y un pie de terracota, que fueron almacenados, sin mayor preocupación en el museo de la ciudad de Jos. En 1932 aparecieron otras 11 figuras cerca de Sokoto, que pasaron igual de desapercibidas.
No sería hasta 1943 cuando un buen puñado de nuevas terracotas fue hallado en otra mina de Nok, con la suerte de que en aquel momento el administrador civil de la empresa minera era un arqueólogo llamado Bernard Fagg, el cual inmediatamente entendió lo que significaban.
Fagg se dedicó a comprar todas las terracotas que pudo a los lugareños que se las habían encontrado anteriormente y las tenían en sus casas como adorno. También dio instrucciones a sus mineros de recoger cuidadosamente todos los nuevos hallazgos. Pronto tuvo en su poder más de 200 piezas.
Cuando realizó análisis de radiocarbono de las terracotas y del suelo de los lugares donde habían aparecido, no pudo creer lo que encontró. Se remontaban al año 500 a.C., algo imposible dado que el tipo de sociedad que podía haber producido aquellas obras se suponía no habría existido en África occidental hasta mucho más tarde.
Esa no sería la única sorpresa. En un yacimiento cerca de la villa de Taruga encontró hasta 13 antiguos hornos de hierro en torno a los cuales también aparecieron terracotas, que Fagg interpretó como ofrendas. La datación por radiocarbonó arrojó la fecha de 280 a.C. para los hornos, convirtiéndolos en las más tempranas evidencias de forjado del hierro en África subsahariana.
Lo que Fagg había descubierto suponía la base para el reconocimiento de una civilización avanzada: arte refinado, creencias religiosas organizadas, y trabajo del metal.
Desde entonces las excavaciones arqueológicas y los investigadores han continuado profundizando en la civilización Nok, de modo que hoy se asume que su nacimiento se produjo alrededor del año 1000 a.C., y su desaparición sucedió en torno al 300 d.C. sin que todavía se sepa nada acerca de las circunstancias de ambas.
Hay quien ha querido ver en los Nok a descendientes de los egipcios, lo que explicaria el grado de madurez de su cultura y su arte, pero no existe ninguna prueba de ello y está teoría está actualmente muy desacreditada. Los investigadores opinan que pudieron ser pueblos norteafricanos que, hace unos 2.500 años, se vieron obligados por la sequía a emigrar al sur, llevando consigo las técnicas de cultivo, la ganadería, y la metalurgia que darían comienzo a la Edad del Hierro en África. Pero aparte de esto, poco o nada más se sabe sobre los Nok.
En cuanto a las figuras de terracota prácticamente no se ha conservado ninguna intacta, casi todas están incompletas y son por ello más conocidas solo por sus estilizadas cabezas y peinados. Unas cabezas que los Nok representaban con unos rasgos alargados que llevó a algunos a considerarlas obras de arte alien. Nada más lejos de la realidad. La mayoría representan posiblemente antepasados o miembros importantes de la comunidad, y tendrían una función funeraria o de amuleto.
Las más antiguas encontradas tienen más de 3.000 años de antigüedad y, curiosamente, el material con que fueron hechas parece proceder siempre del mismo lugar, cuya localización se desconoce. Las más grandes de todas superan el metro de altura, posiblemente acercándose a la estatura media de los individuos Nok, y requerían hornos muy sofisticados para su creación (recordemos que Fagg encontró hasta 13 hornos que identificó como hornos metalúrgicos).
La creación de estas obras requería una pericia técnica que hace pensar a los investigadores que el arte Nok debe tener muchos siglos de tradición, antes de llegar a ese refinamiento. Sin embargo no se han hallado indicios de esta evolución artística, ni de experimentación, accidentes o fallos en la factura, como si la técnica siempre hubiese sido tenido la misma madurez.
A pesar de la importancia que la civilización o cultura Nok tiene en el contexto de la prehistoria y la historia africana, su estudio todavía es muy limitado, y la bibliografía apenas cuenta con un puñado de estudios, que por cierto suelen estar descatalogados y cuyo precio resulta ciertamente prohibitivo para el aficionado de a pie. Como ejemplo, el libro del propio Bernard Fagg sobre sus descubrimientos alcanza actualmente los 500 euros.
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