Mirando la fachada del gran templo de Hatshepsut en Deir el-Bahari, a la derecha junto al moderno centro de visitantes, hay un espacio cuadrado sin indicación alguna, frente al que los turistas suelen pasar sin detenerse. Se le conoce como Bab el-Gasus (la puerta de los sacerdotes).
Es la puerta de entrada al lugar de enterramiento de 153 sacerdotes y sacerdotisas, servidores del dios Amón en ese templo durante la 21 dinastía (1070 a 945 a.C.). Hoy olvidada por los visitantes, e incluso por la mayoría de los arqueólogos, su descubrimiento fue un gran acontecimiento en 1891.
Porque la magnitud de lo encontrado en su interior rivalizaba incluso con las más grandes y famosas colecciones jamás halladas en Egipto. De allí los arqueólogos extrajeron en apenas unos pocos días 254 sarcófagos, 110 cajas de shabtis, más de 100 papiros, 80 estatuillas, estelas, amuletos, tejidos e incluso flores.
El hallazgo también fue importante porque permitía comprender en gran medida como era la vida de hombres y mujeres de las clases medias de la sociedad, en una época convulsa. Un período de tiempo que siguió al asesinato de Ramses III, unas pocas décadas antes del comienzo de la 21 dinastía, cuando los sacerdotes del templo de Amón dominaban el medio y alto Egipto.
Todo eso cayó en el olvido de manera que incluso cuando se celebró recientemente el 125 aniversario del descubrimiento, la conferencia celebrada por el Ministerio de Antigüedades en Zamalek se refirió a Bab el-Gaus como el descubrimiento olvidado.
La excavación de Bab el-Gasus fue víctima de su propio éxito. De ella se extrajo tan ingente cantidad de objetos que era imposible almacenarlos todos en el museo de Guiza, el predecesor del actual Museo Egipcio. De modo que el gobierno decidió en 1893 entregar la mitad de los sarcófagos y otras piezas a países occidentales.
Estos lotes, a su vez, fueron divididos en otros muchos a su llegada a los paises destinatarios. Por ejemplo, en Francia varios museos regionales recibieron piezas a través del Louvre. En una época en la que los registros no eran precisamente rigurosos, con lo cual muchas piezas están técnicamente desaparecidas.
Los que se quedaron en Egipto fueron almacenados y pocos han sido expuestos al público. Incluso piezas tan importantes como el papiro de la mujer y el cocodrilo, cuelgan hoy en las escaleras del Museo Egipcio sin mención de su procedencia.
En algunos museos occidentales sí que se pueden contemplar sarcófagos procedentes de Bab el-Gasus, donde son las piezas centrales de la colección. Se los puede reconocer por el barniz de color amarillo oscuro empleado por los artesanos de los talleres de Tebas, y por la rica decoración de sus paredes, fondo y tapa.
En los últimos años parece que los egiptólos han vuelto a retomar el interés por el análisis del yacimiento. Principalmente como medio de conocer mejor el papel de la mujer en las prácticas religiosas de la época. Hasta 70 sacerdotisas han sido identificadas a partir de los hallazgos, y queda pendiente una investigación que permita rastrear sus relaciones familiares y el significado de cada uno de sus títulos.
Una nueva conferencia sobre Bab el-Gasus está prevista que se celebre en septiembre en Lisboa, con el añadido de una exposición especial en el Museo Egipcio de El Cairo en noviembre, que mostrará por vez primera algunas de las principales piezas. Finalmente parece que el descubrimiento de la puerta de los sacerdotes recuperará su lugar en la historia.
Fuentes
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