Durante la Segunda Guerra Mundial británicos y estadounidenses desarrollaron un buen puñado de nuevas armas y tecnologías, en una carrera contrareloj por adelantarse al enemigo. Algunas funcionaron y otras fueron abandonadas. Las hubo raras y extrañas, como la idea de emplear palomas para guiar bombas. Pero seguramente ninguna tan desagradable como los llamados Who Me (Quien, yo?), destinados a humillar y desmoralizar al enemigo.

Who Me era el nombre con que se designaba un compuesto desarrollado por los norteamericanos, que contenía sulfuros y cuyo olor se asemejaba de una manera intensa al de las heces humanas. El plan, ideado por la Oficina de Servicios Estratégicos (OSS, la precursora de la CIA), era distribuirlo en pequeños atomizadores a los miembros de los grupos de resistencia, tanto franceses como chinos, para que lo utilizasen contra el enemigo alemán y japonés cual bombas fétidas.

Rociando a los soldados y oficiales con el spray se conseguía humillarlos y ponerlos en evidencia, al mismo tiempo que socavaba su moral. El rociado debía hacerse, evidentemente, de manera que la víctima no se percatase, para que su avergonzamiento fuera efectivo.

Durante dos semanas el plan se puso en práctica en París y en China, donde muchos oficiales sufrieron alguno de estos átaques fétidos. Pero había un problema. El compuesto Who Me tenía una concentración extremadamente volátil de sulfuros muy dificil de controlar, por lo que la persona que utilizaba el spray terminaba oliendo igual de mal que el enemigo, lo que a la postre permitía su identificación.

Para solucionar este problema una segunda versión, denominada Who Me II, comenzó a ser desarrollada. Tal y como cuenta Mary Roach en su libro Grunt: The Curious Science of Humans at War, nunca llegaría a ser utilizado. Cuando estuvo listo para ser distribuido a la resistencia en 1945 la bomba de Hiroshima hizó que ya no fuera necesario.

Con el final del conflicto el compuesto Who Me fue abandonado, aunque la investigación en armas malolientes no se detuvo, e incluso continúa en nuestros días.


  • Compártelo en:

Descubre más desde La Brújula Verde

Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.

Something went wrong. Please refresh the page and/or try again.