Hace unos 12.000 años apareció en el Creciente Fértil asiático un nuevo modo de vida sedentario, basado en la siembra y recolección de unas pocas especies de plantas y en la cría de animales. La agricultura es la supuesta responsable de que, desde entonces, se halla producido un extenso crecimiento de la población humana, dado que con ella se pudo producir sufiente cantidad de alimento para soportar densidades de población más altas, en comparación con la caza o simple recolección.

No obstante, la cuestión de qué fue primero, si la expansión de la población o la aparición de la agricultura, ha suscitado debates y opiniones encontradas. A pesar de que las investigaciones históricas y arqueológicas dicen lo contrario, los análisis genéticos del ADN mitocondrial de poblaciones de todo el mundo demostraron que la mayoría de las grandes expansiones de linajes maternos ocurrieron tras el Último Máximo Glacial, alrededor de hace 15.000-20.000 años. Es decir, antes de la aparición de la agricultura, por lo que pudo ser precisamente este incremento de población lo que determinó finalmente el surgimiento de la misma.

Al mismo tiempo existen numerosos estudios sobre la expansión poblacional que utilizan halogrupos del cromosoma Y humano, y que permiten trazar la línea de descendencia patrilineal. El Proyecto 1000 Genomas ha secuenciado los cromosomas Y completos de más de 500 varones de África, Europa, Asia y América, lo cual ha permitido a los investigadores estimar el tamaño de la población en esos lugares a lo largo del tiempo.

Los resultados demostraron que la mayor parte de las expansiones de linajes paternos se produjeron durante el Neolítico, hace unos 6.500 años, con un aumento progresivo de un 10 a un 100 por ciento de la población masculina. Estos clados, ramas del árbol genético humano, resultantes de la expansión neolítica comprenden la gran parte de la población actual.

Esto sugiere que la expansión de la población masculina se produjo probablemente debido a la aparición y propagación de la agricultura. Según los autores del estudio, la agricultura proporcionó un suministro de alimentos mucho más estable que la caza, aumentó la fertilidad de las poblaciones y la tasa de supervivencia infantil y, al mismo tiempo, mantuvo a la población masculina alejada de los peligros que suponía la caza. La reducción de la mortalidad masculina por estos motivos habría contribuido a su expansión durante el Neolítico.


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