El nombre del primer presidente de Estados Unidos debe ser uno de esos pocos datos que se saben de forma generalizada, como el del descubridor de América o el fundador del cristianismo, por ejemplo. Ahora bien, ¿fue George Washington el primer presidente de verdad? Oficialmente sí pero hay ciertos tecnicismos que podrían matizarlo. Veamos por qué.
En 1774, rotas las relaciones entre Gran Bretaña y sus trece colonias norteamericanas, cada una de éstas nombró su propio gabinete legislativo. En septiembre de ese año, todas estas nuevas instituciones -excepto Georgia- enviaron representantes a lo que se llamó Primer Congreso Continental, celebrado en Filadelfia, con la idea de plantar cara a Londres de forma unificada y, en la medida de lo posible, aplacar los deseos independentistas de los sectores más redicales (los llamados Hijos de la Libertad). Así se aprobó la Declaración de Derechos y Agravios que, reconociendo la legitimidad del Parlamento Británico, defendía el derecho de las colonias a decidir sobre sus asuntos.
El documento no fue bien recibido ni por los extremistas ni por el gobierno de la metrópoli, y en mayo de 1775, cuando ya había estallado la rebelión, se convocaba un segundo congreso cuya ocupación principal fue hacerse cargo de la dirección del curso de la guerra pero que, además, nombró embajadores y dictó leyes, incluida la Declaración de Independencia. Es decir, en la práctica actuaba como un gobierno de facto y sería el germen del futuro Congreso de la Confederación, que en 1781 se convirtió en el órgano ejecutivo hasta que en 1789 los británicos abandonaron lo que ya era Estados Unidos.
Pues bien, el presidente nombrado para esos dos congresos fue un abogado oriundo de Williamsburg (Virginia) llamado Peyton Randolph, miembro de una ilustre familia, que había estudiado la carrera en Londres, donde sobrevivió a una epidemia de viruela. Al regresar a América fue nombrado Fiscal del estado de Virginia e integrante de la Virginia House of Burgesses. Con esos cargos le tocó lidiar a menudo en cuestiones que se movían entre lo jurídico y lo político, entre ellas mediar con Lord Dunmore en un incidente con exaltados patriotas, pese a que los británicos le consideraban un radical y, en cambio, el otro bando le tenía por demasiado contemporizador.
Era amigo de Washington y primo de Thomas Jefferson. Quizá por eso el 5 de septiembre de 1774 los delegados del Congreso le nombraron presidente por unanimidad y ejerció esa función hasta el 21 de octubre, en que tuvo que ser sustituido por Henry Middleton debido a problemas de salud. El 10 de mayo del año siguiente retomó el cargo pero de nuevo se vio obligado a dejarlo por un ataque de apoplejía, esta vez habiendo estado apenas trece días, ocupando su puesto John Hancock. El 22 de octubre Randolph falleció en Filadelfia; tenía cincuenta y cuatro años y fue enterrado en su Williamsburg natal, con asistencia al funeral de todos los delegados del Congreso.
Desde entonces da nombre a dos condados del país (en Carolina del Norte e Indiana) y con él se ha bautizado a varios buques de guerra de la US Navy a lo largo de la Historia, así como a un fuerte. No es para menos, pues algunos expertos creen que debería ser considerado primer presidente de Estados Unidos, dado que el Primer Congreso fue, en la práctica, el gobierno primigenio del país antes de su Declaración de Independencia oficial. Su casa aún se conserva y está protegida como Monumento Histórico Nacional.
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