Hace 45.000 años Europa estaba habitada únicamente por pueblos cazadores-recolectores. Pero hace unos 8.500 años un nuevo modo de vida empezó a extenderse por todo el continente desde las costas egeas de la actual Turquía, hasta llegar al centro de Europa hace 7.500 años y a Gran Bretaña hace 6.100. La difusión de la agricultura y el sedentarismo conllevó cambios profundos en la sociedad, un aumento de la población y, también, la aparición de nuevas enfermedades.
Pero la forma en que la agricultura se extendió por Europa ha sido objeto de debate durante muchas décadas. Muchos investigadores opinan que el nuevo modo de vida se difundió sin conllevar apenas migraciones de agricultores, del mismo modo que se extienden las ideas de un lugar a los contiguos.
Un equipo internacional de investigadores dirigido por paleogenetistas de la Universidad Johannes Gutenberg de Maguncia publicó en 2016 un estudio en Proceedings of the National Academy of Sciences, en el cual demuestran que los primeros agricultores de Europa poseen ancestros directos en el Egeo.
Los científicos analizaron el ADN de esqueletos de agricultores tempranos hallados en Grecia y Turquía, y encontraron que los colonos neolíticos del norte de Grecia y de la región del Mar de Mármara, al oeste de Turquía, llegaron a Europa central a través de dos rutas. La primera sería a través de los Balcanes, y la segunda tras cruzar el Mediterráneo, a través de la Península Ibérica.
Estos colonos llevarían la vida sedentaria, la agricultura y la domesticación de animales y plantas a toda Europa. Durante su expansión entraron en contacto con los pueblos cazadores-recolectores que vivían en Europa desde la Edad del Hielo, pero ambos grupos se mezclaron sólo de manera muy limitada al principio. Intercambiaron patrimonio cultural y conocimientos, pero no tendrían descendientes comunes. Tuvieron que pasar siglos para que eso ocurriera.
El director del estudio, el profesor Joachim Burger y su equipo de colaboradores, han sido pioneros en la investigación paleogenética sobre el proceso de neolitización de Europa durante los últimos años. Ya demostraron en 2009 la inexistencia de entrecruzamiento entre agricultores y cazadores-recolectores prehistóricos. Ahora han demostrado también que las diferencias culturales y genéticas fueron el resultado de orígenes geográficos distintos. Los agricultores no solo trajeron a Europa una cultura totalmente extraña, también tenían un aspecto diferente a las poblaciones del continente, y hablaban una lengua diferente.
Los investigadores creen que esta es la prueba definitiva que cierra para siempre el debate de los orígenes de los primeros agricultores europeos, que descienden pues directamente de pueblos de Grecia y el noroeste de Anatolia.
Sin embargo esta no sería la última gran migración a Europa. Hace unos 5.000 años pueblos procedentes de las estepas orientales comenzaron a llegar a Europa Central y se mezclaron con los antiguos cazadores-recolectores y con los primeros agricultores. La mayoría de las poblaciones europeas actuales habría surgido como resultado de la mezcla de estos tres grupos.
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