Las tumbas de corredor son cámaras funerarias a las que se accede por un pasaje estrecho de piedras o megalitos dispuestos como entrada. Datan de la época neolítica y existen ejemplos en toda Europa, desde Portugal hasta Escandinavia, e incluso en el norte de África.
En España son especialmente abundantes en Cantabria, Galicia y País Vasco. Una nueva teoría apunta a que además de monumentos funerarios, pudieron servir también como observatorios astronómicos.
Según reporta New Scientist la teoría fue presentada en 2016 por Fabio Silva en el National Astronomy Meeting de Nottingham. Silva cree que los corredores de las tumbas eran usados para observar las estrellas al amanecer, un momento en que éstas serían más dificiles de ver desde el exterior. Las paredes del corredor bloquearían la luz ambiental y, al mismo tiempo, adaptarían los ojos del observador a la oscuridad.
Esto permitiría a los observadores con ciertos conocimientos, dice Silva, contemplar las estrellas en el crepúsculo de la mañana según iban apareciendo a la vista por vez primera cada año, tras haber estado por debajo del horizonte.
Pero no solo eso, también opina que existe una conexión entre el rito de paso a la adolescencia, que consistía en pasar la noche en una tumba junto a los restos de los antepasados, con la transmisión de conocimientos acerca de eventos astronómicos. Muchas sociedades prehistóricas regían sus migraciones y cultivos con arreglo a estos eventos, por ejemplo cuando ciertas estrellas se hacían visibles en el cielo nocturno por vez primera. La alineación de los corredores de las tumbas permitirían al observador percatarse de estos fenómenos.
Su equipo investigó varias tumbas de corredor en Portugal, datadas hace unos 6.000 años, y encontró que la orientación de sus corredores habría permitido observar la aparición de la estrella Aldebarán en el amanecer a finales de abril.
Más o menos la época en que las tribus llevaban sus rebaños de ovejas y cabras a los pastos de verano en las montañas. Por tanto la aparición de Aldebarán habría sido la forma que tenían de cronometrar ese aspecto de sus vidas.
La teoría es una hipótesis razonable, según Frank Pendergast del Instituto de Tecnología de Dublín, quien halló que cerca de 130 tumbas de corredor en Irlanda están alineadas con el amanecer o el atardecer en el solsticio de verano o el de invierno.
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