Al-Rajajil, que se puede traducir como los hombres, es un lugar cercano al antiguo oasis de Sakaka en la provincia de Yauf, al noroeste de Arabia Saudí. Allí se encuentra el monumento megalítico que se conoce como el Stonehenge de Arabia Saudí. Son una serie de piedras erigidas por el hombre, que por ahora guardan tantas o más incógnitas que el británico.

Son 54 grupos, cada uno de los cuales contiene entre 2 y 19 piedras verticales, algunas ya derribadas por el paso del tiempo, que a primera vista no parecen tener una disposición sistemática sino aleatoria. Sin embargo los investigadores han constatado que poseen un alineamiento con el amanecer y el atardecer, en lineas que van de Este a Oeste.

Se cree que tienen más de 6.000 años de antigüedad, y en el lugar también se hallaron herramientas de piedra como flechas y raspadores de la época neolítica. Lo que si es seguro es que se trata de los monumentos humanos más antiguos de la península Arábiga.

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Algunas de las piedras se elevan a más de 3 metros y medio de altura, mientras que otras no superan los 50 centímetros. Se cree que éstas más cortas serían los restos de las que habrían terminado por romperse, bien por efecto de la erosión o de la mano del hombre a lo largo de los años. Su espesor es de aproximadamente 75 centímetros de media, y en algunas aparecen textos grabados en lengua tamúdica que todavía no han podido ser descifrados. Las más grandes pesan unas 5 toneladas.

Es posible que estas inscripciones sean posteriores a la erección de los pilares, ya que inscripciones del mismo tipo, de los siglos IV a.C. al III d.C. han sido halladas a lo largo del desierto arábigo y la península del Sinaí. Se trata de un dialecto pre-islámico atribuido erroneamente al pueblo Thamud, con el cual no tiene ninguna relación.

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Una de las teorías propuestas es que se trataba de un lugar de culto, con tumbas y enterramientos. Sin embargo ningún objeto de carácter religioso, ni restos humanos fueron encontrados en la zona durante las excavaciones realizadas hace unos 30 años. También se apunta a la posibilidad de que fueran marcas para señalar caminos o direcciones, e incluso, al igual que ocurre con Stonehenge, podrían desempeñar alguna función en la observación de fenómenos celestes.

Lo que si parece claro es que el lugar era un cruce de caminos entre la ruta que iba de Yemen a Mesopotamia y la que conectaba la península arábiga con Egipto, por lo que la teoría de que sean indicadores de direcciones no es tan descabellada.

Poco más se sabe acerca de este monumento megalítico, del que no se ha realizado un estudio en profundidad, por lo que las incógnitas de quien lo construyó y para qué siguen estando en el aire. Eso sí, es uno de los lugares turísticos más famosos de Arabia Saudí.

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