Los científicos han constatado la existencia de dos grandes estructuras masivas bajo el manto de la Tierra y situadas en lados opuestos del planeta. Son del tamaño de un continente y cien veces más altas que el Everest. Se asientan sobre el núcleo del planeta, a unos 2.900 kilometros de profundidad, aproximadamente a medio camino entre la superficie y el centro de la Tierra.

En un artículo publicado en 2016 por la Universidad Estatal de Arizona, los investigadores de la Escuela para la Exploración Terrestre y Espacial sugieren que estas estructuras están compuestas de un material diferente al resto del manto terrestre. Aunque no saben exactamente cual sería ese material, sospechan que puede aportar importantes pistas acerca de como se formó la Tierra y como funciona hoy en día.

También podrían ayudar a explicar el mecanismo de las erupciones volcánicas masivas, y mecanismo de las placas tectónicas y la convección del manto, la fuerza que provoca los terremotos.

Las estructuras en verde, rodeando el manto
Las estructuras en verde, rodeando el nucleo

Las estructuras localizadas en el manto se asientan sobre la parte superior del núcleo, una bajo el océano Pacífico y la otra bajo África y el océano Atlántico. Los científicos comprobaron que as ondas sísmicas que atraviesan el interior del planeta se ralentizan al atravesar estas estructuras.

Aunque se conocen desde hace tiempo, la teoría más aceptada hasta ahora es que se trataba de materiales del manto más calientes que eran empujados hacia arriba. Sin embargo el nuevo estudio afirma que son químicamente diferentes de las rocas que rodean el manto, y que pueden contener en parte materiales empujados hacia abajo por la tectónica de placas. Tabién opinan que podrían consistir en materiales sobrantes de la formación de la Tierra hace unos 4.500 millones de años.

Del análisis realizado deducen que son más densas que el resto de materiales del manto, dinámicamente estables y más antiguas, y han sido modeladas por el flujo a gran escala del manto.

Posteriores investigaciones podrán arrojar más luz sobre estas dos anomalías y explicar en última instancia como encajan en el rompecabezas de la Tierra.

El estudio aparece en la edición de junio de 2016 de la revista Nature Geoscience.


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