Parece impensable que a estas alturas aún se encuentren indicios suficientes de un pueblo de la Antigüedad con idiosincrasia y características propias tan consistentes que pueda hablarse toda una civilización que añadir al estudio y la cronología de la Historia. Sin embargo, de un tiempo a esta parte es lo que los arqueólogos e historiadores están perfilando cada vez de forma más concreta en Asia Menor, en torno a la identidad de los pueblos Luvitas.
La Edad del Bronce en la zona del mar Egeo fue protagonizada básicamente por tres grandes civilizaciones que fueron la Micénica, la Minoica y la Cicládica. Ahora bien, ese trío cultural únicamente cubría un tercio del territorio habitable, lo que lleva a plantearse qué pasaba con el resto: ¿estaba vacío? ¿Lo ocupaba algún pueblo menor sin entidad suficiente para ser reconocido? ¿O se podría hablar de una cuarta civilización hasta ahora no tenida demasiado en cuenta?
Esta última tendencia es la que se está imponiendo entre los expertos, que consideran demasiado limitado el modelo usado hasta ahora y lo retrotraen a los tiempos de Arthur Evans. Como es sabido, Evans fue quien sentó las bases de la investigación arqueológica en el Egeo en los años veinte del siglo pasado. Pero lo hizo en un contexto internacional especial, la guerra entre Grecia y Turquía, y se cree que atendió especialmente la cultura griega en detrimento de las que había en Anatolia.
Ahora, la fundación Luwian Studies de Zúrich quiere reajustar esa visión. Para ello, acaba de publicar, tanto en libro como en su web, una amplia base de datos con yacimientos arqueológicos del Bronce Final en el oeste de Turquía, resultado de una concienzuda investigación de campo y fuentes desarrollada a lo largo de varios años. Hasta trescientos cuarenta asentamientos aparecen reseñados con sus coordenadas e ilustrados mediante fotografías aéreas, aunque el proyecto prevé ir añadiendo más información en el transcurso de 2016, en colaboración con la Universidad de Zúrich: entorno geográfico, registro geológico, rutas comerciales, tierras de cultivo, etc.
El número, tamaño y calidad de las piezas desenterradas en el oeste turco muestra que, en el segundo milenio a.C, la región estaba ocupada por una red de asentamientos y pequeños estados cuyos nombres (Arzawa, Wilusa, Mira, Hapalla, Lukka, etc) ya aparecían reflejados en los documentos de la época. Los expertos creen que si se hubieran unido en una alianza podrían haberse impuesto incluso a micénicos e hititas, tanto en el plano militar como en el político y económico. El hecho de que poseyeran su propio sistema de escritura (hitita-jeroglífica) y una lengua (derivada de la rama anatolia del indoeuropeo y de la que aún se habla una variante hoy en día) invita a concederles la consideración de civilización propia.
Los reinos Luvitas, también conocidos hasta ahora como luvio-arameos o sirio-hititas, ya están presentes hacia el año 1.200 a.C. y, aprovechando el colapso de Hatti y Mitanni, vivieron una edad de oro durante un par de siglos aproximadamente, hasta que los asirios los conquistaron. Como en ese período hicieron su aparición los llamados Pueblos del Mar, cuyo origen sigue siendo motivo de controversia, ha surgido la sorprendente teoría de una gran guerra entre luvitas e hititas, con los micénicos de por medio, de la que la Guerra de Troya sería el último capítulo.
Así lo aventura el dr. Eberhard Zangger, presidente de Luwian Studies, aunque de momento no va más allá de una hipótesis. Los Pueblos del Mar serían los Luvitas, que, procedentes del oeste de Asia Menor, atacaron al reino hitita por el sur mientras Micenas, aliada de los luvitas lanzaba su ataque por el norte, rematando la faena en Troya. Para sostener esta posible historia se basa en narraciones no homéricas de aquel conflicto, al parecer coincidentes con los hallazgos arqueológicos.
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