Durandal (o Durandarte) fue la famosa espada de Roldán, el caballero franco que murió en la batalla de Roncesvalles el 15 de agosto del 788 a manos de los vascones.

Los relatos de aquella batalla y del posterior destino de la espada están plagados de historias míticas con poca o ninguna base histórica ni arqueológica. Como por ejemplo la del legendario héroe Bernardo del Carpio, según cuya leyenda habría sido quien acabó con la vida de Roldán y se llevó su espada.

Siempre según la leyenda, luego habría sido enterrado junto con la espada en una cueva cerca del monasterio de Santa María la Real de Aguilar de Campoo. De allí se la habría llevado Carlos I cuando visitó la tumba en julio de 1522. Hoy esa espada puede verse en la Real Armería de Madrid.

Foto Traumrune en Wikimedia Commons

Como ésta existen múltiples leyendas acerca de la espada de Roldán, incluso una que la sitúa en el fondo del lago de Carucedo en El Bierzo. Pero la más curiosa de todas es la de la espada de Rocamadour.

Rocamadour es una localidad situada al suroeste de Francia, famosa desde la Edad Media por ser un importante centro de peregrinaje, documentado desde 1172. Allí se ubica el medieval monasterio de Nuestra Señora y la iglesia de San Miguel.

Y es allí donde, incrustada en la roca del precipicio sobre los edificios del santuario, estuvo durante nueve siglos una espada, sujeta con una cadena. No estaba completa, sino que le falta un trozo. Los propios monjes, que identifican esta espada con la famosa Durandal, aseguran que fue el propio Roldán quien la incrustó allí, para que no cayese en manos de sus enemigos.

La conexión está en que fue precisamente de Rocamadour de donde Roldán partió con sus huestes para atravesar los Pirineos, pero evidentemente no pudo volver a dejarla allí porque murió en Roncesvalles, unos cientos de kilómetros más lejos. Lo más probable es que los monjes se inventasen la historia como medio de propaganda.

En cualquier caso, durante nueve siglos nadié se atrevió a discutirla y allí permanecio la misteriosa espada, que evidentemente no se sabe de donde procede. En 2011 el ayuntamiento la retiró del precipicio por primera vez y la cedió al Museo Cluny de París para ser expuesta.


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