A la India le pasa algo parecido a las grandes selecciones de fútbol: en sus países, por lo general, hay tantos jugadores buenos que el entrenador se ve en el problema de descartar unos cuantos.
Pues con esa nación igual: siendo casi un minicontinente, la cantidad de maravillas que la tachonan se solapan entre sí y sólo percibimos la punta del iceberg, de manera que otras muchas pasan desapercibidas. Esto es lo que ocurre, por ejemplo, con Fort Harihar.
¿Qué es Fort Harihar? Se trata de un formidable batolito que se eleva a 1.120 metros de altitud, una meseta pétrea coronada por una fortaleza a la que se accede por una espectacular escalera tallada en la roca.
Espectacular literalmente porque la escalinata es casi vertical, salvando los 60 metros con 80º de desnivel de la pared de un acantilado y terminando en una pequeña entrada excavada en la roca. Sólo por ver esa parte ya merece la pena acercarse hasta allí y desafiar al vértigo.
La fortaleza tiene forma rectangular con varios bastiones y fue construida para la dinastía Ahmadnagar. En lo alto, a centenar y medio de metros que acaban en una superficie triangular, las tres paredes cortadas a pico hacen de murallas y aprovechan lo que la naturaleza ha moldeado geológicamente como un sistema defensivo inexpugnable, de manera que la única forma de acceder es a través de la abertura practicada por el Hombre en la piedra. El capitán británico Briggs, que la visitó en la segunda década del siglo XIX, dijo que bastarían media docena de soldados para defenderla.
El paisaje es montañoso, abrupto, erizado de picos tapizados de verde e impregnado de la humedad de la niebla propia de esas cotas. Un paisaje, el de los montes Trimbak, que resultaba perfecto para situar el bastión y así vigilar y proteger la ruta comercial de Gujarat porque los farallones que forman la meseta disuadirían a culquiera de intentar un ataque. De hecho, los escalones tallados no resultan fáciles de subir y a menudo es necesario ayudarse de las manos. Los cientos de turistas que lo intentan cada día pueden dar fe; claro que si resulta difícil subir -y no digamos durante el monzón, cuando el lugar está húmedo-, prueben a bajar…
Lo cierto es que el ser humano no conoce límites y en 1610 un ejército mogol se las arregló para tomar la posición, volviendo a repetirse la hazaña en 1689 a manos de Sardar Khan Mattabar. Los marathas reconquistaron el fuerte hasta que en 1818 la maquinaria bélica del Imperio Británico se adueñó del lugar definitivamente tras rendir la vecina ciudad de Trimbak.
Como se ve, la región de Nashik (estado de Maharashtra, al oeste del país), donde se ubica, fue intensamente disputada a través de los siglos y prueba de ello es la presencia de otros fuertes cercanos.
En lo alto de Harihar aún se conservan algunas estructuras arquitectónicas: varias cisternas de agua y un templo Hanuman junto a un estanque, además de lo que queda de un edificio de piedra con techo de paja cuya capacidad da para albergar a una veintena de personas. La visita lleva una hora aproximadamente; luego toca la parte más difícil: descender de nuevo la escalera. Era el único camino para entrar; es el único para salir.