La parte más septentrional de Noruega, esa que limita al Este con Rusia e impide que Suecia y Finlandia tengan una sálida al Oceáno Ártico, es la provincia de Finnmark. Actualmente es el condado más grande de Noruega.

Su extensión es tal que incluso es más grande que, por ejemplo, Dinamarca. Pero con una población de alrededor de 75.000 habitantes, es también la región menos poblada de Noruega.

Posee el punto más al norte del continente europeo, Kinnarodden, en la península de Nordkinn. Más al norte todavía se situa Knivskjellodden, en la isla de de Magerøya, considerado el punto más septentrional de Europa situado en una isla. E incluso los habitantes de Honningsvåg afirman ser la ciudad más septentrional del mundo.

Situación de Finnmark al norte de Noruega / foto Евгений Слонимский en Wikimedia Commons

Pero hay más dentro de la sigularidad geográfica que es Finnmark: su capital Vardø es la ciudad más oriental de Noruega y está más al este que la mismísima Estambul.

Y la fortificación de Vardøhus, que fue construida en 1306 por el rey Haakon V Magnusson es la fortaleza que está más al norte en Europa.

El hecho histórico más destacado, antes de la Segunda Guerra Mundial en la zona sucedió en el siglo XVII, cuando 88 mujeres fueron quemadas por brujería en la ciudad de Vardø, un número desproporcionado si consideramos la escasa población de la zona. Sin embargo, la primera persona quemada por brujería no sería una mujer, sino un hombre.

Estado en que quedó la localidad de Kirkenes / foto Riksarkivet (National Archives of Norway) en Wikimedia Commons

La zona es desde muy antiguo el hogar de los Saami, más conocidos como lapones. Sin embargo la palabra lapp, de la que deriva el español lapón, ya no se usa actualmente en escandinavia porque es de caracter peyorativo. Significa inculto, pero también tonto, periférico o mendigo.

Hacia el final de la Segunda Guerra Mundial, cuando los soviéticos penetraron en Finlandia empujando a las tropas alemanas en retirada, los finlandeses se volvieron contra los nazis, de los que habían sido aliados durante toda la guerra. A los alemanes no les quedó más remedio que organizar la retirada a través de Finnmark, lo que se conoce como la Operación Nordlicht.

Para asegurarse de que ni soviéticos ni finlandeses les perseguirían en su huida por Noruega decidieron emplear la táctica de tierra quemada, que consiste en destruir absolutamente todo lo que pueda ser de utilidad para el enemigo. De modo que Finnmark fue incendiada casi completamente: 11.000 casas destruidas, 4.700 establos, 106 escuelas, 27 iglesias y 21 hospitales ardieron. Además de destruyeron 22.000 líneas de comunicación, carreteras, barcos, y miles de animales fueron sacrificados.

Material abandonado por las tropas alemanas / foto Riksarkivet (National Archives of Norway) en Wikimedia Commons

Como resultado de tamaña destrucción más de 70.000 personas perdieron su hogar y más de 1.000 niños quedaron huérfanos, prácticamente toda la población de Finnmark. 50.000 fueron evacuados a la fuerza por los alemanes al sur.

Otros 25.000 decidieron quedarse y refugiarse en cuevas, túneles y minas. Las principales ciudades fueron arrasadas hasta los cimientos.

Cuando terminó la guerra el gobierno noruego prohibió a la población el regreso a Finnmark, que había quedado plagado de minas, hasta finales del verano de 1945.


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