El cine nos ha brindado múltiples historias de prisioneros que escaparon de campos alemanes y japoneses, principalmente durante la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo no recuerdo ninguna película en la que se narrase la fuga de un prisionero alemán de un campo británico. Tampoco es que hubiera mucho para elegir, porque en las dos guerras mundiales tan solo un prisionero lo consiguió. Esta es su historia.

Se llamaba Gunther Plüschow y antes de la Segunda Guerra Mundial ya era un hombre famoso y conocido internacionalmente. Había nacido en Munich en 1886 y, a la edad de 10 años, ingresó en la academia militar como cadete naval. En algún momento durante sus años de entrenamiento se topó por casualidad con una postal de la Tierra del Fuego, que se convirtió en su principal obsesión toda su vida. Pero para conseguir llegar hasta allí habría de vivir múltiples aventuras.

Su primer destino militar fue la base naval que los alemanes tenían en Tsingtao (hoy Qingdao, China). Tsingtao era una colonia alemana arrendada a los chinos durante un período de 99 años, exactamente igual que los británicos Hong Kong. Allí volaba como piloto de reconocimiento naval a bordo de un Rumpler Taube, el primer monoplano producido en masa por Alemania.

Gunther Plüschow con su hijo / foto Bundesarchiv, Bild 102-11141 en Wikimedia Commons

Hasta que la Primera Guerra Mundial estalló y los japoneses y británicos atacaron Tsingtao. Derribado su avión en agosto de 1914 cuando transportaba documentos secretos para el mando alemán, sobrevivió y consiguió llegar a Shanghai, a más de 700 kilómetros de distancia, donde utilizando un nombre falso se embarcó en un navío que le llevó a Nagasaki, Honolulú y finalmente San Francisco. El 30 de enero de 1915 navegaba ya desde Nueva York rumbo a Italia, cuando las inclemencias del tiempo obligaron al barco a buscar refugio en Gibraltar.

Lo que no sabía es que su nombre se encontraba en la lista de fugitivos de Tsingtao que manejaban los británicos, quienes no podían dar crédito a su suerte cuando le vieron desembarcar en Gibraltar. Fue detenido y enviado al campo de prisioneros de Donington Hall en Leicestershire, Inglaterra.

Un buen día de mayo de 1915 observó a un ciervo que campaba por el campo de prisioneros perdido. Se le ocurrió que, si el ciervo había logrado entrar, igualmente se podía salir. El 4 de julio de 1915, bajo una intensa tormenta, se deslizó hasta la alambrada y se fugó en dirección a Londres. Allí se ocultó durante tres semanas disfrazado como un estibador, con ropas harapientas y la cara manchada de carbón. Se decicó a leer libros sobre la Patagonia escondido en el Museo Británico y a hacer fotos de la ciudad.

Finalmente abordó como polizón un barco holandés que le devolvió al continente y a su país, Alemania. La increíble historia de su fuga no convenció a las autoridades, que le detuvieron sospechando que podía ser un espía. Una vez identificado y aclarado todo el asunto se convirtió en un héroe nacional. Habían pasado nueve meses desde su fuga.

En Tierra del Fuego / foto dominio público en Wikimedia Commons

Una vez terminada la guerra publicó su primer libro, Las Aventuras del Aviador de Tsingtau, que fue un auténtico best-seller de la época, vendiendo 700 mil copias. Y consiguió su sueño de rodear el Cabo de Hornos y visitar la Tierra del Fuego. Aprovechando su prestigio convence a varios empresarios para crear una compañía aeropostal, a la que llama AeroLloyd. Él mismo realiza el primer vuelo aeropostal entre Berlín y Weimar. Esa compañía cambiará más tarde de nombre, siendo conocida en la actualidad como Lufthansa.

Volvería en 1927 a bordo de su propio barco, el Feuerland (Tierra del Fuego), junto con Ernst Dreblow, que había realizado el trayecto en un Heinkel HD 24. Serían los primeros en explorar y filmar la Patagonia desde el aire. El resultado fue un documental titulado El Condor de Plata sobre la Tierra del Fuego.

En 1930 ambos estaban de nuevo en Tierra del Fuego con el objetivo de explorar el glaciar Perito Moreno. Por desgracia, el 28 de enero de 1931 su hidroavión sufrió un accidente al romperse una de las alas. Ambos saltaron pero el paracaídas de Plüschow no se abrió. Dreblow aterrizó en un lago y murió congelado en la orilla. Así terminó una vida llena de aventuras.


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