Las extinciones en masa se suelen asociar con eventos catastróficos, como impactos de meteoritos gigantes o descomunales erupciones volcánicas. Sin embargo la primera extinción masiva en la historia de nuestro planeta, que sucedió hace unos 540 millones de años, tuvo una causa diferente: la propia evolución de las especies.

Un estudio publicado el pasado septiembre ha llegado a esta conclusión tras comparar varias comunidades de ediacáricos, los primeros organismos multicelulares del mundo. Habría sido la aparición de animales más complejos, capaces de alterar sus entornos, lo que condujo a la desaparición de los ediacáricos.

Según Simon Darroch, profesor de la Universidad Vanderbilt, hay una poderosa analogía entre la primera extinción en masa en la Tierra y lo que está sucediendo hoy en día. La extinción de los ediacáricos demuestra que la evolución de nuevos comportamientos es capaz de cambiar todo el planeta, y los humanos somos precisamente los ingenieros de ecosistemas más poderosos conocidos.

Cyclomedusa, organismo ediacárico
Cyclomedusa, organismo edicárico

Las primeras formas de vida en la Tierra fueron microbios, diversos tipos de microorganismos unicelulares que se desarrollaron durante más de 3 mil millones de años. Algunos de estos microorganismos descubrieron la forma de capturar la energía del sol y desarrollaron procesos fotosintéticos que incluían un subproducto tóxico, el oxígeno. Este oxígeno era venenoso para la mayoría de los microbios que se habían desarrollado en un ambiente libre de él, por lo que se le puede considerar el primer agente contaminante de la historia.

Pero para aquellos microorganismos que desarrollaron métodos para protegerse contra él, el oxígeno se reveló como una nueva fuente de energía. Una energía que precisamente necesitaban para adoptar formas multicelulares. De este modo aparecieron los ediacáricos hace unos 600 millones de años, durante un periodo de calentamiento que siguió a una extensa glaciación.

No se sabe demasiado sobre los ediacáricos porque no tenían conchas ni esqueletos. Tan sólo quedan de ellos impresiones fosilizadas de sus formas en arena o cenizas. En su apogeo los ediacáricos se extendieron por todo el planeta. Eran formas de vida marina inmóviles con forma de disco o tubo, que permanecían unidas unas a otras en un mismo lugar durante toda su vida y se alimentaban de la absorción de productos químicos del agua. A estas formaciones se las ha denominado Jardines de Ediacara.

Dickinsonia Costata, organismo ediacárico
Dickinsonia Costata, organismo edicárico

Pero tras 60 millones de años llegó una novedad, la explosión Cámbrica (que duró unos 25 millones de años) vio aparecer a la mayoría de las familias de animales vertebrados modernos. Estas nuevas especies podían moverse y alimentarse a sí mismos por el consumo de otros organismos. Eran ingenieros ecológicos que cambiaron el medio ambiente en formas que hicieron cada vez más dificil para los ediacáricos la superviviencia.

Los investigadores realizaron un extenso análisis paleoecológico y geoquímico en el yacimiento de ediacáricos localizado en los estratos de Farm Swartpunt en Namibia, y que data de hace 545 millones de años. Hallaron en estas rocas un gran número de madrigueras y rastros dejados por los primeros animales complejos, lo que presenta un posible vínculo entre su evolución y la extinción de los ediacáricos. La conclusión a la que llegaron es que se trata de la primera evidencia cuantitativa que sugiere que la innovación evolutiva, la ingeniería de ecosistemas y las interacciones biológicas pueden haber sido la causa de la primera extinción masiva de la historia.

El estudio, titulado Biotic replacement and mass extinction of the Ediacara biota se publicó en Proceedings of the Roya Society B.


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