El Globo Terráqueo para Líderes de Estado y de la Industria es como se llamó oficialmente a un modelo de globo que fue construído en la década de 1930 en Berlín para Hitler y el partido nazi. Más tarde sería popularizado a través de la parodia de Charles Chaplin en El Gran Dictador.

Tan sólo se fabricaron dos ediciones del globo, una para el partido y la otra para Hitler. Al parecer el de Hitler era casi tan grande como un Volkswagen escarabajo y, a diferencia de la otra edición, sustituía Abisinia por África Oriental Italiana. Lo que no se sabe con certeza es el número de globos producidos en total, ya que los archivos del fabricante fueron destruídos en uno de los bombardeos aliados de 1943.

La única evidencia que se tiene actualmente del globo que Hitler tenía en la Cancillería, el más grande y caro de todos los que se fabricaron, es una fotografía de mayo de 1945 tomada por uno de los fotógrafos del ejército soviético.

Soldados soviéticos en la cancillería de Berlín junto a un globo Columbus / foto dominio público en Wikimedia Commons

Otro ejemplar fue hallado ese mismo mes en el refugio de Hitler en los Alpes, el conocido como Nido del Águila, por el soldado norteamericano John Barsamian, y vendido 60 años después por unos 100 mil dólares en una subasta en San Francisco.

El historiador polaco Wolfram Pobanz opina que, al contrario de lo que se muestra en El Gran Dictador Hitler no tenía el globo en mucha estima, o por lo menos no era algo significativo para él. La prueba sería que no existen fotografías de Hitler en las que aparezca el globo. Si hubiera significado algo especial para él seguramente tendríamos imágenes.

Ejemplar conservado en el Museo Histórico Alemán de Berlín / foto Wolfmann en Wikimedia Commons

Hoy en día, al igual que ocurre con otro tipo de objetos religiosos, existen muchos globos terráqueos repartidos por el mundo que, según sus propietarios, pertenecieron a Hitler. La autenticidad de todos es bastante dudosa.

Solo en Alemania tenemos tres en Berlín, uno en el Instituto Geográfico, otro en el Museo Märkisches, y un tercero en el Museo Histórico Alemán. Y dos más en Munich. Prácticamente todos muestran un agujero de bala que atraviesa el territorio alemán, disparada por soldados norteamericanos o soviéticos.

Pero ninguno de estos globos es el original que Hitler tenía en la Cancillería. Según Pobanz su destino se desconoce, aunque apunta que podría estar en Moscú. El misterio de lo que ocurrió con él sigue vigente después de más de 60 años.


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