¿Se imaginan la intensa emoción que debe apoderarse de un astrónomo cuando descubre un nuevo planeta o una estrella o lo que sea con su telecopio? Bueno pero ¿y si dicho descubrimiento no lo hace observando el firmamento sino en un archivo, mientras se documenta para un estudio? A la emoción habría que añadirle una buena dosis de estupor. Pues es lo que le ha pasado a Jay Farihi, investigador del University College de Londres.

Farihi había contactado con el director de los Observatorios Carnegie, John Mulchaey, con el fin de consultar la colección documental de esa institución para escribir un artículo en la revista New Astronomy Reviews sobre los sistemas solares que rodean a las enanas blancas. En ese sentido, estaba buscando una placa de vidrio en la que se recogía un espectro de la estrella Van Maanen, una enana blanca tipo DZ que descubrió el astrónomo homónimo estadounidense de origen holándés en 1917.

Un espectro es una grabación de la luz que emite una estrella lejana y cuya descomposición cromática permite averiguar cosas sobre la composición de dicha estrella y cómo resulta afectada en su trayecto. La tecnología ha avanzado mucho y hoy se usan sistemas digitales para registrar esos espectros, pero antaño había que recurrir a la fotografía sobre placas de vidrio y esa era la referencia que tenía Farihi de la estrella Van Maanen: una placa realizada por Walter Adams, director del Observatorio de Mount Wilson (que antes formaba parte de los Carnagie), hace casi un siglo.

Descubren sistema planetario alrededor enana blanca en foto 1917

Aparentemente, la pieza no tenía nada extraordinario: la imagen y una anotación al margen que decía que la estrella era más caliente que el Sol. Pero al fijarse con más detalle, Farihi se llevó una sorpresa. La llamada línea de absorción, que indicaba la composición química de los cuerpos con los que se cruzaba basándose en los huecos dejados en la continuidad, arrojaba elementos que no debían estar aún ahí, como calcio, magnesio y hierro. Tendrían que haber desaparecido dentro de la propia estrella mucho tiempo atrás.

Eso indicaba que la Van Maanen es una enana blanca contaminada, un raro tipo de estrella que tendría alrededor un anillo formado por restos de un sistema planetario. Aún no hay capacidad para ver esos planetas orbitando a su alrededor pero todo se andará porque ese anillo no estaría allí si no hubiera tales planetas, ya que es necesario su influjo gravitacional.

Lo mejor de todo esto es que The Carnegie Institution for Science, organización privada sin ánimo de lucro fundada en 1902 y con sede en Washington (Estados Unidos), posee una vasta colección de placas astronómicas compuesta por cerca de 250.000 piezas procedentes de los observatorios de Mount Wilson, monte Palomar y Las Campanas. A saber qué más secretos olvidados o ignotos guardan.


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