No hace mucho publicamos aquí una pequeña selección de mapas que, por causas variadas, hicieron historia (véase el enlace al final). Hoy vamos a centrarnos en uno concreto, de importancia trascendental por haber dado lugar a una denominación que aún seguimos usando actualmente.
En 1507, el cartógrafo alemán Martin Waldseemüller publicaba entre Saint-Die y Estrasburgo la que sería primera de cuatro ediciones de un breve (aunque grande en dimensiones, 1290 x 2320 mm) tratado de geografía de apenas 52 hojas y cuyo inacabable título, según la costumbre de entonces, aparentaba ocupar la mayoría de ellas: Cosmographiae introductio cum quibusdam geometriae ac astronomiae principiis ad eam rem necessariis. Insuper quatuor Americi Vespucii navigationes. Universalis Cosmographiae descriptio tam in solido quam plano, eis etiam insertis, quae Ptholomaeo ignota a nuperis reperta sunt.
Ese libro es conocido, de forma más sencilla y práctica, como Universalis Cosmographia porque así se llamaba un anexo que contenía un planisferio xilografiado en proyección cónica ptolemaica representando el mundo conocido entonces.
Bueno, para ser exactos, el título era un poco más largo (Universalis Cosmographia Secundum Ptholomei Traditionem et Americi Vespuci Aliorumque Lustrationes) pero se suele abreviar así. Se compone de una docena de hojas y, en ellas, América aparece en dos mitades enlazadas por un istmo, impresas en blanco y negro.
La gran novedad era que por primera vez mostraba las Indias separadas de Asia y les adjudicaba -también de manera pionera- el nombre de América, en honor de Américo Vespuccio, porque a él le atribuía el descubrimiento del continente: «Y yo no veo nada que nos impida llamarla, razonablemente, tierra de Américo, por el nombre de su genial descubridor, o simplemente América, ya que también Europa y Asia han recibido su nombre de mujeres».
De hecho, la segunda parte del volumen es una traducción al latín de los viajes de aquel navegante y cartógrafo florentino que se naturalizó castellano. Otro anexo presentaba el planisferio en gajos recortables para componer un globo terráqueo y también en él aparecía esa denominación para el Nuevo Mundo.
Tiempo después, en 1513, quizá consciente del error o la injusticia, Waldseemüller realizó un nuevo mapa exclusivamente de territorio americano donde en vez de América lo nominaba Terra Incogita y añadía un texto corrigiendo su obra anterior con la indicación de que su verdadero descubridor fue Cristóbal Colón «por mandato del rey de Castilla».
Pero ya era tarde; el éxito de su anterior obra fue tal que se editaron montones de mapas copiándola y el nombre de América perduraría para siempre.
Del globo terráqueo quedan cinco unidades repartidas entre Europa y EEUU. Pero de la Universalis Cosmographia, que tuvo una tirada de un millar de ejemplares, sólo se conserva uno original, descubierto en 1901 cuando se pensaba que era un mapa perdido para siempre. Hoy se puede ver en la Galería de Tesoros de la famosa Biblioteca del Congreso de EEUU, que lo adquirió en 2001 por 10 millones de dólares.
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