Hemos ido viendo en este blog algunas de las cuevas más espectaculares del mundo, pero aún quedan muchas por reseñar. y entre ellas hay que nombrar las de Postojna, en la ciudad homónima de Eslovenia.
Consisten en una red de galerías, impresionantes cavidades y túneles, originados por erosión cárstica de la roca caliza, que llegan a alcanzar una extensión de 21 kilómetros de longitud, lo que la convierte en la mayor gruta de Europa de de este tipo.
Fueron descubiertas en 1818 por Luka Cec y se calcula que 185 millones de personas las han visitado desde su apertura hace casi dos siglos.
Y es que la región entera es como un queso de Gruyére; de hecho se llama Karst, de donde viene el término «cárstico».
Hay que decir que no se trata de una visita normal, dado que entre 1872 y 1884 se instaló un tendido férreo que permite hacer los primeros 10 minutos de recorrido a bordo de un pequeño tren eléctrico descubierto, aunque luego hay que apearse y seguir a pie por algunas de las 7.500 cavernas que hay -tranquilos, muchas están cerradas-.
La iluminación permite descubrir las habituales formas que ha ido modelando la geología a lo largo de 3 millones de años.
Las salas y galerías de la cueva están llenas de espeleotemas, estalactitas, estalagmitas y otras formas calcáreas que se conservan gracias a que la temperatura se mantiene constante entre 8 y 10 grados (por eso se recomienda llevar ropa de abrigo e impermeable).
Un interesantísimo apartado de esta gruta es que tiene vida. Si bien el más genuino habitante era el Proteo, una especie de salamandra acuática ciega y albina, que antiguamente se pensaba eran crías de dragón, hay otras 83 especies documentadas entre algas, líquenes, plantas e insectos.
La visita guiada dura aproximadamente hora y media y no es precisamente barata: 22,90 euros la entrada de adulto por 13,70 para niños hasta 15 años; los menores de 5 sólo pagan un euro.
También existe la posibilidad de complementar la visita con el castillo de Predjama, que están en el mismo Postojna Cave Park.