Aunque aquella estrambótica afición de los nazis a los temas esotéricos parecía ya agotada por saturación, todavía proporciona alguna sorpresa de vez en cuando, como demuestra lo ocurrido en 2016 en la República Checa.

Resulta que en su Biblioteca Nacional, que tiene su sede en Praga y conserva unos fondos de diez millones de volúmenes, se encontró una colección bibliográfica cerrada desde los años cincuenta y compuesta por trece mil libros sobre ocultismo y asuntos similares; nada fuera de lo normal, valga la ironía, salvo por el hecho de que quien la reunió fue nada menos que Heinrich Himmler, comandante en jefe de las SS y ministro de Interior durante el régimen hitleriano.

Como es sabido, el nazismo propugnaba la superioridad de la raza aria, un concepto -el racial- erróneo al que se aplicó es un término -aria- también erróneo , pues la genética ha demostrado que no existen las razas y que los arios no eran exactamente los preindoeuropeos que la Alemania nacional-socialista proclamaba sino un pueblo protoindioiranio. Pero perduró su utilización para designar a los europeos blancos y germánicos, estableciéndose diferentes niveles de pureza.

El Clementinum, la sala histórica de la Biblioteca Nacional de Praga/Imagen: BrunoDelzant en Wikimedia Commons

Así que buena parte de ese esfuerzo de reunir documentación tenía como objetivo sustentar con «pruebas» históricas y arqueológicas tal teoría. Hasta se creó una sociedad llamada Ahnenerbe cuyo nombre completo, bastante significativo, era Sociedad para la Investigación y Enseñanza sobre la Herencia Ancestral Alemana. La Ahnenerbe organizó y financió un buen número de expediciones etnológicas y antropológicas que actuaron por todo el mundo, además de llevar a cabo experimentos médicos con seres humanos; por eso al final de la guerra, ya disuelta, fue declarada organización criminal y su director, Wolfram von Sievers, condenado a muerte.

El caso es que la mayor parte de los libros encontrados en la República Checa pertenecían a Himmler, que los llevó allí procedentes, por confiscación, de una biblioteca de Oslo. Aquí el asunto da una vuelta de tuerca.

Resulta que la biblioteca noruega pertenecía a una logia local de la masonería, como atestigua uno de los investigadores que descubrió la colección en Praga, Bjørn Helge Horrisland. Los libros tenían como destino original el castillo de Wewelsburg, en Renania del Norte-Westfalia, donde Himmler había ubicado una especie de santuario de las SS.

El castillo de Wewelsburg/Omagen: Tsungam en Wikimedia Commons

Muchos de los textos se agrupan bajo el epígrafe Biblioteca de las brujas por su temática afin. Si alguien se pregunta qué interés podían tener los nazis en la brujería, la respuesta está en una enrevesada hipótesis que manejaba el propio Himmler, con vistas a reducir la influencia de la Iglesia en la sociedad alemana, según la cual las persecuciones contra las brujas se debían al interés del Vaticano en destruir la raza germana.

Es difícil entender del todo por qué habría que identificar a las brujas con dicha raza, más allá de la aseveración de Himmler de que que un antepasado suyo murió en la hoguera por esa causa.


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