Durante 28 años desde 1969 y hasta 1997 Corea del Norte mantuvo una estrategia publicitaria que consistía, entre otras cosas, en publicar grandes anuncios a página completa en periódicos occidentales. No se sabe exactamente cuantos, pero al menos se han podido rastrear 100 de estos insólitos anuncios en The New York Times, The Guardian, The Irish Times, The London Times, The London Evening Standard, The Sun, The Boston Globe y The Washington Post.
En ellos, en un intento de impresionar a occidente durante los años de la Guerra Fria y mucho después, se glorificaban las figuras de sus líderes Kim Il Sung y Kim Jong Il, y se exponían sus tesis ideólogicas abogando por la reunificación coreana. El resultado fue todo lo contrario de lo que seguramente esperaban conseguir.
Y es que los anuncios fueron objeto de burlas, bromas y numerosas cartas jocosas de lectores asombrados, que no podían creer lo que estaban viendo. Nadie se explicaba entonces, y probablemente tampoco ahora, como el gobierno norcoreano se gastaba miles de dólares en poner anuncios con títulos como Todos los esfuerzos para alcanzar la meta de ocho millones de toneladas de grano.
Incluso aquellos que más o menos se encontraban entre sus partidarios no dejaron de criticar este extraño comportamiento. Así por ejemplo Sean Garland, del IRA, que visitó Corea del Norte en 1983, les dejó bien clarito que se trataba de un esfuerzo inutil y una pérdida de dinero, porque nadie los leía.
Los anuncios se contrataban desde Japón, donde un grupo formado por descendientes de coreanos pro-comunistas se encargaba de pagar a los periódicos. Cada anuncio costaba entre 3.000 y 10.000 dólares.
En una ocasión llegaron a insertar uno en un periódico de Oriente Medio en el que se podía leer Kim Il Sung es divino. Evidentemente a los musulmanes que aquel día abrieron sus periódicos y lo leyeron no les sentó demasiado bien.
¿Como es posible que este tipo de propaganda pro-comunista apareciera en tantos periódicos británicos y norteamericanos de aquellos años? Muy sencillo, porque según Arthur Ochs Sulzberger, que en 1975 era presidente del New York Times, los anuncios etiquetados como tales estaban exentos de considerarse propaganda.
El último de los anuncios aparecidos en el New York Times data de 1997, y mostraba una fotografía de Kim Jong Il con el texto Kim Jong Il Emerges as the Lodestar for Sailing the 21st Century (Kim Jong Il emerge como la estrella polar para la navegación del siglo 21). En él también se podía leer que Corea del Norte no tenía intención de mantener a los Estados Unidos como su eterno adversario.
Si consideramos que a mediados de los años 90, cuando la gran hambruna que asoló Corea del Norte dejando más de un millón de muertos, los Estados Unidos les enviaron ayuda por valor de más de mil millones de dólares, es posible que el anuncio supusiera una sutil manera de hacerles saber que necesitaban mas. ¿Es posible que todos estos anuncios, con sus textos ridiculos y a veces vergonzantes, no fueran más que el medio de comunicación extraoficial entre Corea del Norte y los países occidentales?
Quizá la explicación más sencilla es que el único objetivo que tenían era mostrar a sus propios compatriotas norcoreanos la importancia de su lider, sobre quien se escribían artículos en periódicos occidentales, presentando los anuncios como si fueran noticias.
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