Uno de los cuadros más famosos de Vincent Van Gogh es El dormitorio de Arlés, una pintura del cuarto donde el artista pasaba las noches durante su estancia en esa localidad francesa y del que realizó tres versiones prácticamente iguales. Y es que la original, que se conserva en el museo de Ámsterdam que lleva su nombre, se estropeó por una inundación y Van Gogh decidió hacer un par de copias más, una de las cuales está en el Museo de Orsay parisino y la otra en el Art Institute de Chicago.
Vamos a quedarnos con esta última institución porque ha sido la pintura elegida por esa pinacoteca -una de las más importantes del mundo sobre todo en el apartado del impresionismo- para la recreación a escala real del citado dormitorio, con el objetivo de celebrar de manera especial que está exhibiendo las tres versiones simultáneamente. Se trata de una réplica tridimensional situada en un apartamento del barrio de River North y que va acompañada de una oferta muy especial: la posibilidad de pernoctar en tan fantástica habitación.
Efectivamente, Airbnb alquila el cuarto por diez dólares la noche. Previa reserva, eso sí, y teniendo en cuenta que habrá que esperar porque la idea parece haber tenido tanta aceptación que ya está cubierto todo el mes de febrero, por lo que ha sido necesario extender el plazo a marzo. Hay cama para dos personas, así como cuarto de baño, pero el singular alojamiento cuenta con ciertos servicios que Van Gogh no tenía en 1888, como TV, Internet, cocina, aire acondicionado, amenities, piscina y gimnasio.
Claro que lo verdaderamente interesante de dormir en un sitio así es la sensación de meterse en el lienzo, probar esa cama de madera con la percha en la cabecera, las sillas amarillas, las paredes y puertas de intenso color azul, el entarimado del suelo, la jofaina sobre la sencilla mesita, la toalla colgada, la colcha rojo sangre, el sombrero de paja, la ventana de dos batientes entreabiertos… Es como convertirse en personaje de una pintura por una vez, como pasar al otro lado y ver las cosas desde dentro.
¿Se imaginan que cunda el ejemplo y empiecen a recrearse y ofrecerse al público los dormitorios de otros cuadros históricos? The Guardian propone algunos como el que Carpaccio imaginó en Venecia para Santa Úrsula en 1495, el de Fran Angélico para el convento de San Marcos florentino, el barroco de Rembrandt en Ámsterdam o el victoriano del artista británico Aubrey Beardsley. Yo añado el del Matrimonio Arnolfini que representó Van Eyck. ¿Cuántos más recuerdan?
Vía: The Guardian
Más información: Airbnb
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