Más de una vez hemos tratado temas relacionados con la basura que contamina los océanos, el reciclaje, la colosal masa de plásticos estancada en el Pacífico y los proyectos de ciudades marinas ecológicas. Pues bien, si cogemos todos estos elementos los combinamos adecuadamente tendremos una idea tan fantástica y sugestiva como la que ilustran las imágenes.

Se trata de las Aequoreas Villages, unas villas utópicas y soñadoras hechas con residuos recuperados de los mares de la Tierra y concebidas por el arquitecto Vincent Callebaut como hábitats sostenibles y autosuficientes, capaces además de resolver tensiones entre los gobiernos occidentales y africanos en lo referente al consumo energético global.

Y es que los habitantes de estas estructuras futuristas serían los protagonistas de una nueva forma de urbanización subacuática que permitiría reducir la acidificación y la contaminación de los océanos.

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Ello será posible gracias a un porcentaje del cien por cien en reciclaje y al aprovechamiento de los residuos sacados de aguas internacionales que, en combinación con algas, serían los componentes de un material mixto.

Un concepto que Callebaut ha bautizado con el nombre de Archibiotic y que se basa en un nuevo tipo de arquitectura que aglutina no sólo la construcción sino también las energías renovables y las más avanzadas tecnología de información y comunicación con el objetivo de ofrecer independencia energética a cada país.

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De esta forma no sólo se mejoraría su calidad de vida sino que se pondría el correspondiente granito de arena contra los conflictos derivados de las fuentes de energía y, más concretamente, del petróleo. Sería la base de una sociedad igualitaria y con una extraordinaria conciencia ambiental.

Las Aeqoreas Villages están diseñadas para ir creciendo progresivamente merced a una estructura externa, una especie de exoesqueleto que utiliza carbonato de calcio como material básico y dispone de membranas semipermeables para desalizinar el agua, así como de microalgas que producen energía suficiente para alimentar el sistema de climatización interior.

Otras algas, al igual que plancton y moluscos, se pueden cultivar para alimentación, dada su riqueza nutricional en proteínas, vitaminas y minerales, aunque se podrían complementar con huertos a bordo. Los alimentos se distribuirían a granel por todas las instalaciones en envases reutilizables y biodegradables.

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Incluso el mobiliario se fabricaría con materiales orgánicos naturales, sintetizados a partir de conchas de mejillón, recordando en parte las fantásticas descripciones del total aprovechamiento de los recursos del mar para el Nautilus del capitán Nemo, ideado y descrito por Jules Verne en 20.000 leguas de viajes submarino.

De hecho, las villas no permanecerían estáticas sino que se desplazarían igual que barcos y submarinos.

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Hablando de 20.000, ése es también el número de habitantes previsto para esta singular población. Tendrían acceso desde la superficie marina y dispondrían de cuatro puertos deportivos cubiertos con manglares que echan raíces en una gran cúpula flotante de 500 metros de diámetro, que sirve de centro neurálgico para una serie de módulos residenciales y espacios comunes: laboratorios, hoteles, canchas deportivas, parques, plantas de reciclaje, etc.

Una utopía meramente teórica, por el momento, para un futuro incierto.

Vía: Inhabitat
Más información: Vincent Callebaut Architectures


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