Cuando los arqueólogos excavan una antigua tumba posiblemente esperan encontrar una amplia variedad de cosas en ella, desde el cuerpo del ocupante u ocupantes, sirvientes incluidos si se trata de un personaje de alcurnia y en determinadas culturas, hasta su ajuar funerario, a menudo compuesto por joyas y bienes muebles enterrados con él para que haga uso de ellos en la otra vida. Tampoco es raro que aparezcan comida y bebida en múltiples variedades, siendo típico entre ellas pan, miel, aceite o vino.

Lo que ya no es tan frecuente es la presencia de . Esta infusión es originaria de Asia y se cree que fue en China donde empezó a consumirse, hasta el punto de que incluso hay una leyenda al respecto: el emperador Shen Nung, que habría ordenado hervir siempre el agua para consumo humano, tuvo la suerte de probar una taza donde cayeran casualmente unas hojas, dando lugar a la infusión correspondiente. En realidad hay montones de leyendas similares por todo Extremo Oriente pero nos quedamos con la china para relacionarla con lo que comentábamos al principio de este artículo.

Y es que un equipo arqueológico de la Academia China de Ciencias acaba de descubrir el que probablemente sea el té más antiguo que se conserva. Fue, evidentemente, en China, en una tumba de mediados del siglo II a.C. localizada en Xi’an, lo que antaño era Chang¡an, capital del país en tiempos de la dinastía Han. El sepulcro perteneció al emperador Jing Di, fallecido en el año 141 a.C, por lo que el té se sitúa también en ese contexto arqueológico. El cuerpo de Jing Di reposaba en un ataúd de madera rodeado del correspondiente ajuar, repartido por los varios pozos que componen el yacimiento.

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Dicho ajuar consta de armas y armaduras, esculturas ecuestres de cerámica, carros con caballos y, en suma, un ejército similar al famoso de terracota pero de dimensiones y calidad más modestas. A ellas hay que añadir el té, en forma de brotes u hojas de la planta sin abrir porque se consideraban de calidad superior a las hojas en sí comunes. Ello pone en evidencia la afición de los gobernantes chinos a esa bebida; tanto como para que fueran enterrados con ella y poder así disfrutarla en la otra vida.

El hallazgo puede parecer algo banal pero, de hecho, es la primera vez que se encuentra té de tiempos tan remotos, aunque se sabía que el país era un importante exportador de ese producto. «El descubrimiento muestra cómo la ciencia moderna puede revelar importantes detalles, hasta ahora desconocidos, de la antigua cultura china. La identificación del té encontrado en el complejo funerario del emperador nos da una rara visión de tradiciones muy antiguas que arrojan luz sobre los orígenes de una de las bebidas favoritas en el mundo» explicó el profesor Dorian Fuller, director del Centro internacional para el Patrimonio y Arqueología de China, con sede en la UCL londinense.

En realidad, el sepulcro se excavó en la década de los noventa (es más, está abierto al público) pero el examen de lo extraído no se pudo realizar hasta ahora. Mediante un análisis microscópico de los diminutos cristales atrapados entre los pelos de la superficie de las hojas, así como con el uso de la espectrometría de masas, se pudo averiguar la naturaleza de las hojas. De paso, también se desveló el contenido de otros productos alimentarios que había en la tumba, como mijo o arroz, por ejemplo. Los resultados de la investigación acaban de publicarse en la revista on line Scientific Reports.

Vía: Independent / Foto : Brücke-Osteuropa en Wikimedia


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