¿Qué hubiera ocurrido si espías nazis hubieran acabado con la vida de los tres presidentes aliados, Roosevelt, Churchill y Stalin, en la Conferencia de Teherán a finales de noviembre de 1943?
El encuentro de los tres, que tuvo lugar en la embajada británica de la capital iraní tenía un solo propósito: librar al mundo de Adolf Hitler. Por supuesto los tres salieron con vida de aquel encuentro. Pero no fue porque los nazis no lo intentaran.
Un nuevo libro del historiador Bill Yenne analiza la Operación Salto de Longitud, concebida por Hitler para descabezar a los alíados en Teherán, y que fracasó gracias a que un agente doble suizo se encontró con toda la trama, casi por accidente.
Durante toda la guerra los jefes de estados tuvieron que estar alerta ante posibles intentos de asesinato. Churchill pensaba, con razón, que Hitler quería matarle. Stalin tenía enemigos dentro y fuera de su país. Y Hitler, bueno, todo el mundo quería matar a Hitler, incluso el Papa.
Por eso cuando se planteó la reunión de presidentes aliados hubo que elegir un lugar neutral, que estuviera lo suficientemente alejado de los escenarios bélicos y más o menos cerca de Rusia, ya que Stalin odiaba viajar e incluso parece que tenía pánico a volar. La elección de Teherán fue casi un todo o nada en este sentido.
Y sin embargo Teherán por aquellos tiempos era un nido de espías de todas las nacionalidades, como lo eran también otras ciudades como Lisboa o Madrid.
La Operación Salto de Longitud fue concebida por los nazis después de la reunión de Churchill y Roosevelt en Casablanca en 1943. Si se volvían a reunir en otra ciudad había una oportunidad de acabar con ellos. Pero necesitaban un espía que no despertara sospechas, que fuera ciudadano de un país neutral, que pudiese viajar sin levantar sospechas y que hablase varios idiomas. Lo encontraron en Ernst Merser, un hombre de negocios suizo al que reclutaron convencidos de haberse adelantado a los británicos. Por desgracia para ellos los ingleses ya le habían reclutado antes y pudieron disponer de un agente doble a su servicio.
La oportunidad llegó cuando la inteligencia alemana se enteró de que los tres presidentes iban a reunirse en algún lugar de Oriente Medio. En cuanto estuvieron seguros de que sería en Teherán, el complot se puso en marcha. Pusieron a Otto Skorzeny al frente de la operación, que había demostrado su eficacia rescatando a Mussolini en Italia. El plan consistía en lanzar un comando de paracaidistas en Irán, que luego se dirigirían a Teherán para esconderse en casas francas controladas por alemanes. Entre estos paracaidistas habría algunos desertores soviéticos que vestirían uniformes del Ejército Rojo.
Los alemanes incluso conocían al detalle las disposiciones de la cumbre, pues habían conseguido copias de la correspondencia entre Londres, Washington y Moscú de un ayuda de cámara en la embajada británica en Ankara.
Pero a medida que la fecha de la cumbre se acercaba el plan comenzó a desmoronarse. Antes de nada los alemanes tenían que trasladar a Teherán los suministros para los paracaidistas. Y aquí cometieron un error crucial, pues para conseguir introducirlos en la capital iraní recurrieron a Ernst Merser. Éste avisó inmediatamente a los británicos en cuanto abrió las cajas y vio que en ellas había armas.
Los rusos también habían infiltrado a un par de agentes en el grupo de desertores que iba a acompañar a los nazis a Teherán. Finalmente fueron estos quienes se encargaron de liquidar a los paracaidistas nazis, con lo cual el plan quedó inutilizado por completo y nunca llegaría a realizarse.
¿Pero que hubiera ocurrido si hubiera tenido éxito? Yenne afirma que habría supuesto el caos, porque ni los británicos ni los soviéticos tenían un mecanismo de sucesión establecido. También cree que la guerra habría terminado mucho antes de lo que lo hizo, eso sí, con una Alemania invicta y controlando todavía buena parte de Europa, aunque obligada a negociar la paz.
Fuentes
Operation Long Jump: Stalin, Roosevelt, Churchill, and the Greatest Assassination Plot in History (Bill Yenne) / Wikipedia
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