Cuando hablamos de ambientación navideña de pueblos y ciudades pensamos inmediatamente en un variado equipamiento que se incorpora para estimular el comercio y entretener a las familias. Pero, como en tantas otras cosas, hay ambientaciones y ambientaciones; y, en ese sentido, la de Óbidos juega en otra liga, como quien dice.

Óbidos es una villa portuguesa que se encuentra a setenta y cinco kilómetros al norte de Lisboa. Una pequeña localidad de apenas poco más de tres mil cien habitantes (unos once mil en todo el municipio) situada en una zona privilegiada, la Região de Turismo do Oeste, que ostenta un nombre de reminiscencias antiguas (muy cerca se encuentra la ciudad romana de Eburobrittium, erigida en territorio de los túrdulos oppidanos).

Aunque el lugar vive con intensidad el verano -hay varios sitios interesantes, así como un par de playas-, lo que nos interesa destacar hoy es la estación contraria, el invierno. ¿Por qué? Pues porque, cuando llega la Navidad, Óbidos se transforma completamente y pasa a ser un rincón mágico dentro de un país que ya de por sí está sobrado de magia.

Imagen: Joalpe en Wikimedia Commons

Y es que allí no limitan la decoración a unas cuantas bombillas atravesadas en las calles; la vila entera se cubre de luz y color metamorfoseando el conjunto y otorgándole un sabor entrañablemente navideño, un carácter casi de ensueño capaz de satisfacer la fantasía de cualquiera pero, sobre todo, la de los niños, que al fin y al cabo son los que más disfrutan de estas fechas.

No puede ser de otra forma si tenemos en cuenta que un paseo por Óbidos les permite -nos permite a todos- dibujar una sonrisa de ilusión en el rostro al ir descubriendo la Casa de Papá Noel aquí, el Belén allá, una pista de hielo acullá… y muchas más cosas, desde castillos hinchables a espectáculos de todo tipo, pasando por juegos callejeros, actividades diversas, etc. Todo pensado para la diversión en familia, que es la que predomina en este tramo final del año.

Imagen: Joalpe en Wikimedia Commons

En concreto, este año esta especialmente indicado para una escapada navideña, ya que se se podrán ver varios shows de circo y magia, barracas y carruseles, conciertos, exposiciones, un trenecito infantil, fuegos artificiales, talleres de pintura facial y artes circenses, funciones de marionetas y, atención, un lugar donde entregar la carta al mismísimo Papá Noel en persona… aunque, de todas formas, tampoco será raro toparse con sus elfos por las calles recogiendo peticiones.

Así, tomando con punto de referencia el impresionante castillo medieval de origen musulmán, testimonio de aquellos turbulentos tiempos de reconquista y remate de un conjunto graciosamente encajonado entre las recias murallas perímetrales -de belleza realzada, si cabe, por la iluminación instalada para las fiestas-, el visitante vivirá una experiencia inolvidable entre muñecos de nieve que hablan, talleres de ocio, el clásico mercadillo, puestos de gastronomía típica y una imponente rampa de hielo que baja desde las almenas y parece apta sólo para los más lanzados, nunca mejor dicho.

Es, en suma, la llamada Vila Natal que se instala entre el 4 de diciembre de este 2015 y el 3 de enero de 2016 enlazando su nombre con el de Óbidos de forma indisoluble durante un mes.


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