Desde los años setenta, la costa caribeña de México se ha ido transformando, de manera que aquella selva impenetrable reducto de madereros y recolectores de cocos, escondite tradicional de delincuentes, se convirtió en un destino turístico de primer orden. Tanto que los nombres de Cancún y la Riviera Maya ya constituyen referencias habituales para los viajeros europeos, arrebatándole el protagonismo, hasta entonces absoluto, al litoral del Pacífico.

Pero éste sigue siendo bello y fascinante: Acapulco, Puerto Vallarta, Jalisco, Michoacán, Mazatlán aún atraen a montones de turistas, fundamentalmente estadounidenses pero también de otros países. Y si bien hay sitios como Sinaloa, que lamentablemente nos suenan más por razones negativas que por sus encantos, en general se trata de una parte de México igualmente bonita y con algunas sorpresas para aquellos que gustan de descubrir bellezas naturales impactantes. Un buen ejemplo es el de las Islas Marietas.

Se trata de un pequeño archipiélago compuesto por tres islas deshabitadas que forman parte del estado de Nayarit, que da nombre a toda una comarca turística: la Riviera Nayarit. Ésta ofrece trescientos kilómetros de litoral con playas y balnearios como baza principal para atraer a surferos y celebrities en sus vacaciones. Hay más rincones insulares en ese estado, como las Islas Marías, (más grandes y una de las cuales alberga una curiosa colonia penitenciaria), la Isabel o el farallón de la Peña.

Foto Christian Frausto Bernal en Wikimedia Commons

Pero hoy nos quedamos con las Marietas, que se encuentran cerca de Punta de Mita y forman un Parque Nacional al que se llega únicamente en barco, en excursiones organizadas ad hoc para hacer esnórquel y ver de cerca la rica fauna marina (delfines, rayas, tortugas, pulpos, ballenas jorobadas; incluso tiburones). Una aventura ecológica para disfrutar visualmente -ya que la caza y pesca están prohibidas- y que se completa con el gran secreto oculto del miniarchipiélago.

Me refiero a Playa Escondida (también conocida como Playa del Amor), que está en la isla principal. El nombre no es ninguna exageración: se accede nadando por un túnel natural entre las rocas, con la ayuda del oleaje y siempre siguiendo las indicaciones del guía, es el único camino, pues hacerlo por la superficie está prohibido. Al final, contemplar el espectáculo merece la pena: una playa interior envuelta en paredes de piedra como si le hubiesen construido un anfiteatro alrededor. Un sitio para fotografiar y descansar alejándose completamente del mundo y de cualquier preocupación.

Eso sí, hoy en día las noticias vuelan y estos sitios no tardan en popularizarse y, consecuentemente, masificarse. Las Islas Marietas quizá no hayan llegado a la saturación (cien mil personas en 2014) pero se va camino de ello, por lo que seguramente habrá que terminar por poner cupos.


  • Comparte este artículo:

Loading...

Something went wrong. Please refresh the page and/or try again.