Resulta curioso, como mínimo, viajar a los países de Europa del Este, aquellos que hasta el año 1989 estuvieron al otro lado del Telón de Acero. Aparentemente no queda apenas nada que recuerde los viejos tiempos del comunismo: los sistemas políticos han pasado a ser democracias al estilo occidental, las economías han adoptado los principios del capitalismo y aspectos más mundanos, como la música, la moda o el arte, también experimentaron ese proceso de asimilación.

Es una generalización porque siempre hay excepciones, claro. Pero, básicamente, si uno quiere ver algún resto de esa época pasada tendrá que conformarse con contemplar algunas casas que perviven de aquella horrenda arquitectura gris y monótona o entrar en las tiendas de souvenirs para comprar medallas y gorras de las tropas del Pacto de Varsovia, que las hay a millares. Si acaso, no resultará del todo raro cruzarse con algún anciano cargado de condecoraciones o numerosos ciudadanos que aún utilizan sombrero, según qué sitios.

Nostalgico Museo Arte Socialista Bulgaria

Por lo demás, la mayor parte de los monumentos y estatuas fueron retirados de sus pedestales para terminar demolidos en unos casos o almacenados en museos nostálgicos. Uno de ellos es el Museo de Arte Socialista de Sofia, dependiente de la Galería de Arte Nacional, que abrió sus puertas en 2011 y se ubica en la calle Lachezar Stanchev 7 de Sofía, al lado casi de las Torres Sopharma. Muchas de esas obras se han salvado de la destrucción -o del olvido- gracias a este lugar que viene a poner en práctica las palabras del actual primer ministro búlgaro, Boiko Borizov: «Una política que no respeta su pasado y sus símbolos no tiene futuro». ¿Habrá que tomar nota?

Así, el museo acumula centenar y medio de piezas diferentes, entre pinturas y esculturas. De las primeras hay catalogadas sesenta y seis, correspondientes al período que va desde 1944 a 1989 y que están expuestas en las paredes del edificio. Son cuadros de tema político, evidentemente, realizados para la exaltación del partido, el homenaje a revolucionarios y mártires de la causa o la ilustración de acontecimientos históricos, de ahí que el estilo predominante sea el figurativo o realista, con algunas pocas excepciones más vanguardistas.

Pero suele llamar mucho más la atención la colección de escultura, compuesta por setenta y siete estatuas que se exponen al aire libre, en los jardines. La temática es similar: agricultores, oficios proletarios, soldados, mujeres trabajadoras, la encarnación de la Revolución, grandes personajes del socialismo… De estos últimos destaca especialmente la colosal figura de Lenin, que pesa cuarenta y cinco toneladas y que fue retirada del centro urbano (sustituida por otra de Santa Sofía) o la de Georgi Dimitrov, de cinco metros de altura. Otra pieza curiosa es la gran estrella roja que coronaba la sede del Partido Comunista de Bulgaria.

Y, sí, también allí hay una tienda de recuerdos: la inevitable camiseta con la cara del Che, tazas con la hoz y el martillo impresos, reproducciones de viejos carteles… El capitalismo se cuela en el museo disimuladamente.

Vía: TLS

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