El otoño empieza a dar sus últimos coletazos para dejar paso al invierno, las temperaturas bajan y los días se acortan. Hay quien opina que este es el mejor momento para visitar Asturias, porque es cuando la mezcla de colores resalta la belleza de los bosques.
Hoy veremos diez espacios naturales que se pueden visitar tanto en otoño como en cualquier otra época del año, para lo cual es recomendable dedicar varios días, buscar un apartamento barato en Oviedo que nos servirá de campo base, y armarse con un buen par de botas y un impermeable. En cuanto al alojamiento Hundredrooms es un buen lugar para comenzar la búsqueda.
1. Los Lagos de Covadonga

Visitar el Lago Enol y el Lago Erina es deber casi obligado para cualquiera que se acerca al Principado. Si en primavera y verano el acceso rodado está restringido, en otoño e invierno se puede subir en coche propio sin mayores problemas (salvo que el tiempo no lo permita). Lo mejor es hacer a pie el tramo entre ambos lagos, y no olvidar llevar efectivo pues el restaurante no dispone de cobertura para cobros con tarjeta.
2. Los Lagos de Saliencia

Están situados en el concejo de Somiedo, dentro del parque natural del mismo nombre. Son cuatro lagos de origen glaciar en cuyo valle podemos encontrar osos, nutrias, alimoches o salamandras, entre otras especies. Imprescindible acercarse antes al centro de interpretación situado en la capital del concejo, Pola de Somiedo.
3. El Bosque de Muniellos

Se trata del mayor robledal de España, y uno de los mejor conservados de Europa. Visitarlo es complicado, ya que solo se permiten 20 visitas al día, por lo cual es recomendable efectuar la reserva con mucha antelación (el plazo de reserva anual se abre en diciembre).
4. Las Fuentes del Narcea
Están situadas en el mismo parque natural que el Bosque de Muniellos, el Parque Natural de las Fuentes del Narcea, Degaña e Ibias. Pero aquí nos referimos a las fuentes en si mismas, a las que se puede ascender en coche desde la capital Cangas del Narcea. Antes podemos pasarnos por el centro de interpretación situado en las antiguas cuadras del Monasterio de San Juan Bautista de Corias.
5. El Desfiladero de las Xanas
Esta ruta situada en el concejo de Santo Adriano conecta los pueblos de Pedroveya, Rebollada y Dosango a lo largo de unos cuatro kilómetros, la mitad de los cuales discurren por una senda tallada en la roca que se asoma a un precipicio no apto para quienes padecen de vértigo. Aun así es una de las rutas de mayor belleza de Asturias, comparable a la famosa ruta del Cares.
6. Los Bufones de Pria
Situados cerca de Llames, en el concejo de Llanes, se trata de grietas y chimeneas abiertas en la roca de los acantilados, que están conectadas con simas marinas por las que las olas empujan el agua y el aire con gran fuerza. Esto produce surtidores de agua pulverizada que pueden alcanzar gran altura y son muy espectaculares. Para visitarlos hay que llegar hasta la playa de Guadamía y luego seguir el camino de tierra a la derecha.
7. La Cuevona de Ardines
Forma parte del sistema cavernario de Tito Bustillo, en Ribadesella, y su sala principal tiene unos 80 metros de diámetro. Es una cueva de estalactitas y estalagmitas, de gran belleza natural, que se puede visitar los fines de semana a razón de 20 personas al día, por lo que es necesario reservar con bastante antelación.
8. La playa de Gulpiyuri
Esta pequeña playa situada en el concejo de Llanes se ha hecho muy famosa en los últimos años gracias a las redes sociales. Y no es para menos. Se trata de una playa que, aparentemente, no tiene comunicación con el mar, entrando el agua por un túnel en la rocas.
9. El Ojo de Buey de Peña Mea
Situada en la parte central de la cordillera asturiana, Peña Mea es una de las montañas más frecuentadas por los aficionados montañeros y senderistas. Antes de llegar a la cumbre nos encontramos con este singular y fascinante Ojo de Buey, que tiene unos 20 metros de diámetro, producido por obra de la acción erosiva sobre la roca caliza.
10. La Hoya de San Vicente
Uno de los lugares más frecuentados por los asturianos en la época estival es esta poza natural formada por el río Dobra en Cangas de Onís, famosa por el color verde esmeralda de sus aguas y su profundidad que alcanza los cinco metros.
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