
La inminencia de la noche más terrorífica, pero a la vez más divertida, del año inunda las redes sociales e Internet en general de cosas relacionadas temáticamente relacionadas con Halloween. Por eso casi me veo moralmente obligado a publicar también en ese sentido, aún cuando no sea una fiesta propia de estos lares. Como, de todos modos, el arte es el arte y eso no tiene fecha, echémosle un vistazo a la propuesta de Cao Hui, muy apropiada.

Cao Hui es el nombre de un escultor taiwanés representado por la galería Lin Lin y cuya principal característica es el tono gore aplicado a objetos vulgares, caseros y, en principio, inocuos. Puede tratarse de muebles, ropa, herramientas pero siempre presentan un macabro aspecto que podría firmar el mismísimo David Cronenberg en su etapa de la Nueva carne, aquella que plasmaba en películas como Videodrome, Cromosoma 3, La mosca, etc.
El caso es que difícilmente se puede encontrar un mobiliario más adecuado que el suyo para el paso de octubre a noviembre. Ese sofá siniestramente desgarrado, esa butaca eviscerada, aquel sillón destripado de tal manera que haría las delicias de alguien que sabemos en Whitechapel o decoraría la casa de la familia de La matanza de Texas. Lo mismo cabe decir de esa maleta que se abre para ver un interior orgánico, los guantes que parecen cosidos con piel recién cortada o la cazadora sanguinolenta.

La intención de Cao Hui, sin embargo, no es meramente estética ni está relacionada con Halloween sino que pretende representar las vísceras, piel y carne de los animales domésticos sacrificados para que esas partes sirvan de materia prima en la fabricación de cosas de nuestra vida cotidiana. Una reflexión sobre el uso práctico de sus órganos y una llamada de atención sobre la composición de todo los que nos rodea.

El hiperrealismo con que lo hace se pone al servicio de esa idea provocadora y para ello utiliza materiales como resina y fibra, además de hacer las obras a tamaño natural para que sean más impactantes y creíbles. El resultado es bastante inquietante y, a ojos de muchos, desagradable. Pero tanto los muebles descritos como lo demás, incluso la propia figura de un cerdo despellejado, no son más que un reflejo, algo exagerado eso sí, de la realidad. Por otra parte, nada que no se pueda ver en una carnicería.
Vía: You Bent My Wookie
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