Pues sí, las sandías sirven para algo más que para comer o para que un asesino profesional las use como diana. También sirven para hacer arte. Escultura, para más señas. Menos mal que a Miguel Ángel no le dio por usar una para crear su Piedad o su Moisés, pues de lo contrario no se habrían conservado.
Como suele pasar en estos caso, hay que trasladarse a América. A Vancouver (Canadá) para ser exactos, ya que allí trabajan Clive Cooper y su esposa Sharon Smith, una pareja que, por increíble que nos parezca, vive de tan insólita variante artística. Bueno, para ser exactos no limitan su repertorio a las sandías porque, de hecho, la materia principal que emplean son las calabazas; en Halloween hacen su agosto, evidentemente, ya que por esos lares y en esas fechas la talla de calabazas es casi obligatoria.
La ventaja de la sandía es su colorido y el hecho de no tener que limitarse temáticamente a lo terrorífico. Eso abre un mundo de posibilidades porque permite jugar con las diferentes texturas y colores de la piel y la pulpa. Además, la sandía resulta mucho más fácil de manejar, lo que acelera el proceso; en pocos minutos se puede tener una obra terminada.
Cooper, pues, es un consumado escultor… de fruta. No tiene una formación específica, dado que no existe ningún curso para ello, así que ha tenido que recurrir al método autodidacta, ampliando lo que ya había hecho antes en otros géneros (pintura, acuarela, arte digital, diseño de muebles…). En 1996 ganó un concurso de talla de calabazas y ahí atisbó un nicho de mercado poco explotado. Sus calabazas se subastan cada Halloween, recaudando dinero para obras benéficas; al parecer, hablamos ya de miles de euros donados.
Y es que esas asombrosas frutas talladas ya son objeto de atención habitual de medios de comunicación de todo el mundo. No es extraño que haya fundado una empresa dedicada a tan peculiar arte. Se llama Sparksfly Design, que significa algo así como Diseño Chispas Volantes, en alusión a las ideas brillantes que revolotean a su alrededor originando continuamente nuevos proyectos creativos. Por cierto, Sharon también dice llevar el arte en las venas: de padre pianista y madre pintora, se ha dedicado al diseño textil y las artes gráficas, trabajando como diseñadora gráfica.
Viendo las fotos adjuntas se aprecia el grado de exquisitez de las tallas, con predominio de representación de fauna, aunque también hay piezas de otro tipo. No obstante, me parece que el cocodrilo, la iguana y el tiburón están especialmente logrados.
Más información: Sparksfly Design
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