La capa de Harry Potter, la armadura de Depredador, el reloj de una antigua serie de televisión… Conseguir la invisibilidad es una vieja meta de la literatura y el cine de ciencia ficción que, sin embargo, está cada vez más cerca de hacerse realidad. Sin magia y sin tecnología extraterrestre; con ciencia pura y dura como la que está aplicando un equipo de investigadores del Lawrence Berkeley National Laboratory.

Liderados por Xiang Zhang, director de ciencia de los materiales, han conseguido fabricar una delgada película ultrafina (50 nanómetros de espesor) hecha de floruro de magnesio y constituida por miles y miles de diminutas antenas de oro aún más delgadas, de 30 nanómetros (aclaremos que un nanómetro es la milmillonésima parte de un metro; para comparar que un cabello humano, por ejemplo, mide 100.000 nanómetros) y de diferentes tamaños (entre 30 y 220 nanómetros).

Esa delgadez permite adaptarse a casi cualquier objeto tridimensional, lo que, unido a que las piezas reflejan las ondas de luz como espejos pero de una forma especialmente precisa, provoca que oculten su verdadera imagen y pase desapercibido al ojo humano. Incluso los bordes se quedan ocultos, solventándose así el gran problema que no habían podido solucionar intentos anteriores.

Invisibilidad cada vez mas cerca

Y es que, hasta ahora, la invisibilidad lograda era bastante limitada porque en cuanto el observador cambiaba de posición recuperaba la visión del objeto. Ahora ya no, gracias a su adaptabilidad a las formas y a la coincidencia con el fondo respecto al que se sitúe.

Todo ello quedó demostrado con un experimento práctico llevado a cabo con un objeto que se volvía invisible al aplicarle luz con una longitud de onda de 730 nanómetros o una infrarroja, puesto que reflejaba ambas al no dispersar el haz, como debería ocurrir normalmente. Como explicaba Zhang, «un cambio de fase proporcionado por cada nanoantena individual restaura plenamente tanto el frente de onda como la fase de la luz dispersada, de manera que el objeto permanece perfectamente oculto».

Hay una ventaja y un inconveniente. La primera es que se trata de un proceso reversible, es decir, se puede activar o desactivar a voluntad. El segundo es que, de momento, esta tecnología sólo puede aplicarse a escala microscópica: el objeto que se hizo invisible apenas medía 36 micras de diámetro. Así que aún queda trabajo por delante para aplicarlo a algo más grande, que ya imaginamos lo que será (¿soldados? ¿tanques?).

Vía: NBC

Más información: Journal Science


  • Comparte este artículo:

Loading...

Something went wrong. Please refresh the page and/or try again.