No cabe duda de que el descubrimiento de la tumba de Tutankamón por Howard Carter en 1923 fue uno de los grandes acontecimientos arqueológicos del siglo XX y de la Historia en general. Ahora bien, ¿qué pasaría si ese descubrimiento pudiera ampliarse? El arqueólogo británico Nicholas Reeves, de la Universidad de Arizona (EEUU), cree que, aparte del faraón niño, allá abajo podría yacer una figura del antiguo Egipto igual de famosa: Nefertiti.
Y es que Reeves opina que al otro lado de la pared oeste podría haber una cámara funeraria anexa a la de Tutankamón, con una entrada marcada por un jeroglífico que, dice, sería una representación del ritual sagrado de protección: un mural con doce monos que equivalen a las horas que el muerto debía esperar antes de renacer; algo destinado a personajes de sangre real y, por tanto, con muchas probabilidades de corresponder a la reina Nefertiti.
No se trata de simples sospechas. Reeves ha recurrido a escáneres de alta resolución para identificar las siluetas de dos puertas bajo la pintura. Una de ellas abriría paso a la cámara del ajuar y la otra a la funeraria, que, responderían mejor a la idea original del sepulcro ¿Por qué? Porque el arqueólogo opina que el hipogeo fue construido para Nefertiti pero Tutankamón murió antes de lo esperado, muy joven (hacia los veinte años de dad); y, dado que no tenía tumba preparada, se le enterró en la parte exterior de la de ella. Así se explicaría el desorden en que se encontró el tesoro.
Aquí es donde tenemos que hacer un inciso. No sabemos con exactitud qué relación tenían ambos personajes. Nefertiti es de origen incierto; su nombre significa «la bella ha llegado» y hay quien deduce de ello que era una princesa procedente de Mitani, aunque la última teoría se inclina por hacerla hija de Ay, primero visir y luego encumbrado al trono tras la muerte de Tutankamón. Lo que sí es seguro es que fue esposa de Amenofis IV, más conocido como Akenatón, responsable de la imposición del culto a Atón (disco solar), una especie de monoteísmo probablemente establecido para hacer frente al poder creciente del clero de Amón.
El problema es que tras el fallecimiento de Akenatón se pierde el rastro de su esposa, quizá por haber muerto violentamente o quizá por la damnatio memoriae ordenada por los sacerdotes de Amón, que declararon herética la doctrina y recuperaron su poder. Una teoría dice que siguió reinando ella efímeramente bajo el nombre de Neferneferuaten y asociada a Semenenkare. En cualquier caso, poco después era Tutankatón el que sucedía a éste, trocando también su nombre por el de Tutankamón y casándose con una hija de Nefertiti, Anjesenatón (rebautizada Anjesenamón).
Así que no está clara qué relación tenía el nuevo faraón con Nefertiti: ¿era su hijo o Tutankamón descendía de otra reina (el ADN demuestra que su padre fue Akenatón)? ¿Su yerno quizá? ¿Carecían de parentesco directo? Fuera cual fuera, parece que Nefertiti habría muerto durante el tercer año de reinado, justo cuando Tutankamón puso fin a la herejía atoniana.
Todo este lío sirve para entender por qué el descubrimiento de su tumba sería sensacional: podría arrojar algo de luz sobre uno de los capítulos más complejos de la historia del Imperio Nuevo egipcio.
Vía: Daily Mail
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