La foto pone los pelos de punta en la misma medida que ejerce un poderoso atractivo y nos invita a acercarnos. Sin duda, es lo que se pretendía cuando se construyó esa serie de escaleras insólitamente colgadas de un farallón rocoso y que constituyen una sugestiva ruta turística: las escaleras de Montfalcó.

En contra de lo que pudiera parecer, no se trata de un camino antiguo restaurado. Su edad no se remonta más allá de unas décadas, cuando, ante la construcción del embalse de Canelles que sumergió el sendero y el puente tradicionales, los vecinos siguieron moviéndose por la parte alta del desfiladero. ¿Cómo? Tallando en la roca su propio camino.

Esa nueva vía se abrió en 1984, aunque se arregló definitivamente en 2013, en una iniciativa que aunó los esfuerzos del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente en combinación con el Consorcio del Montsec Sostenible y la comarca de La Ribagorza.

Foto Thierry Llansades en Flickr

La empresa TRACSA se encargó de transportar y montar los materiales, fundamentalmente madera y acero, que, anclados firmemente a la roca caliza, se integran perfectamente en el entorno.

Incorporada a la red de Caminos Naturales de España, esta propuesta actualizada ofrece la posibilidad de recorrer un itinerario entre dos comunidades autónomas, Aragón y Cataluña, dependiendo de la distancia que quiera recorrerse. La completa es de 8 kilómetros (ida y vuelta), empezando en el albergue de Montfalcó (Huesca) y terminando en La Masieta, en el Congost de Montrebei (Lérida); tiene un grado medio de dificultad y se tarda unas 3 horas en cubrir.

Foto Thierry Llansades en Flickr

Existe, no obstante, la posibilidad de hacer sólo la ida (sea cual sea la dirección), bien regresando en taxi, bien en coche propio (hay aparcamientos). En tal caso serán 4 kilómetros a hacer en hora y media, casi 2 si es en dirección a Lérida porque entonces será subiendo 283 metros de desnivel. También hay quien prefiere limitar su adrenalínica experiencia a las escaleras.

Y es que, como decía antes, durante el trayecto hay que atravesar un par de macizos, que se suben (o bajan, si es en dirección opuesta) mediante sendas impresionantes escaleras: la primera de 33 metros y la segunda de 55, sumando un total de casi 3 centenares de escalones que permiten salvar un desnivel de 83 metros.

Más adelante, el vacío sobre el río se cruza por un puente colgante. Para entonces uno ya estará curado de espantos o, por contra, le servirá para ir calentando.


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