Una de las soluciones que se postulan para resolver la creciente falta de espacio que provoca el aumento constante de población en la Tierra es la del desarrollo en altura. Ciudades verticales que crezcan a lo alto en vez de a lo ancho, dado que el cielo no se acaba tan fácilmente como el suelo. Lo que antaño era casi ciencia ficción, dadas las limitaciones que el concepto presentaba, no tanto desde el punto de vista arquitectónico como del de los suministros, están hoy prácticamente superadas.
Por eso cada vez son más frecuentes los proyectos de ese tipo, con complejos altísimos, autosuficientes y sostenibles desde todos los puntos de vista. Ahora, un estudio de arquitectura francés llamado OXO, en colaboración con Nicolas Laisné Associés, acaba de realizar un nuevo proyecto que conjuga ese desarrollo hacia arriba con el hecho de ubicarse en un sitio curiosamente despoblado, el desierto del Sahara en su parte de Marruecos.
El arquitecto franco-marroquí Manal Rachdi ha diseñado un primer boceto de una gigantesca torre, de 780.000 metros cuadrados y 450 de altura, que se autoabastece aprovechando la potente energía solar del lugar, recogiendo aguas pluviales y aplicando energía geotérmica, de manera que el edificio puede considerarse como una auténtica urbe. Un 20% del complejo se destinaría a oficinas y se lo dotaría de unas 600 viviendas que ocuparían un 50% más del total.
La columna vertebral del edificio sería una torre interior recubierta de vegetación, un gran jardín vertical, que dotaría al sitio de un ambiente que contrarreste la dureza de las condiciones climáticas exteriores, creando un ecosistema verde que se extenderá horizontalmente a las áreas de trabajo, lo que sin duda será bienvenido por los hipotéticos habitantes.
También habría un sistema de ventilación natural que ayude a controlar la temperatura mediante una tecnología basada en la inyección de agua bajo tierra; al ser calentada por el calor del subsuelo se transformaría en vapor y, por tanto, en energía geotérmica. Hay que tener en cuenta que las temperaturas en el Sahara superan los 46º.
La torre-ciudad también estaría equipada con servicios como bibliotecas, gimnasios, piscinas, un museo, una estación meteorológica, un helipuerto, un hotel, tiendas, restaurantes… Vida en el desierto, en suma, de forma distinta a la nómada común (unos 4 millones de personas viven habitualmente en el Sahara), protegida por una especie de caparazón y disfrutando de las mismas comodidades que en un medio menos extremo.
Eso sí, de momento la cosa no es más que un proyecto que aún habrá de concretarse de aquí a una década, si sigue adelante, será a partir de 2025 cuando se empiecen los trabajos, que se prolongarán durante unos 50 años.
Más información: OXO Architectes
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