Con un padre escritor e historiador y una madre que compatibiliza trabajos de editora y profesora, no podía salir un hijo como los demás, así que el ruso Vasily Klyukin (Moscú 1976) es un buen ejemplo de eso que vulgarmente se llama un culo inquieto. En todos los aspectos además, ya que es empresario, arquitecto y banquero, iniciativas inmobiliarias aparte, pero encima también es el primer ciudadano de su país apuntado a la lista de espera de Virgin Galactic para viajar al espacio.
Su lista de ocupaciones es tan larga como variopinta e incluye pilotar aviones, practicar bobsleigh, ganar campeonatos de esquí, probar aventuras como el vuelo en globo o ala delta y ascender al Everest. Asimismo contribuye en cerca de cuatrocientas actividades benéficas y es escultor profesional, habiendo celebrado su primera exposición en 2013. También prepara la publicación de su primer libro, que tiene un título muy a propósito: Creative mind. No sigo porque necesitaría un terabyte.
Lo que nos interesa aquí no es ese ese torrente de dinamismo que le ha llevado a marcarse un horizonte indefinido en su vida, sino su última y extravagante afición: la de diseñador naval, actividad en la que pone en práctica mucho de lo aprendido en sus conocimientos (y negocios) de arquitectura. Quizá el hecho de vivir en el lujoso Mónaco -dinero no le falta, obviamente- le haya inspirado para concebir sobre el papel una insólita colección de yates, fantástica, inaudita, casi surrealista.
Y es que en septiembre de 2014 presentó, en colaboración con el grupo italiano Mar, el llamado Monaco Yacht Show: media docena de embarcaciones cuya descripción se ajusta, como mínimo, a la palabra atrevida. Uno tiene forma de cisne, otro parece un homenaje a Mondrian y un tercero asemeja un Manhattan flotante nocturno; éste es un tiburón rojo y aquel recrea los antiguos vapores de ruedas del Mississipi, mientras que el último recuerda un ave azul. Responden a los respectivos nombres de White Swan, Mondrian, Manhattan, Red Shark, Mississippi y BlueBird.
En fin, si algún día se construyen será divertido verlos. Les dejo con palabras del propio Klyukin: «Sólo quiero un yate especial, de un tipo concreto. no quiero su belleza flotando lejos de mí cuando alguien haga una copia».
Vía: Beautiful Decay
Más información: Vasily Klyukin