Las grandes capitales mundiales están llenas de museos, algunos de los cuales son auténticas referencias, visitas casi obligatorias para los turistas. Pero, además, suelen tener sitios más modestos y, obedeciendo al variopinto caudal humano que habita en ellas, multitemáticos hasta la rareza. Buen ejemplo de ello es lo que se puede encontrar en Roma, muy cerca del Vaticano: el Museo delle Anime dei Difunti.
Como decía aquel anuncio televisivo, el italiano es «molto fácile e divertente», así que no hace falta ser un políglota consumado para traducir lo que quiere decir esa expresión: Museo de las Almas de los Difuntos, también conocido como Museo de las Almas del Purgatorio. Se halla en el interior de la Iglesia del Sacro Cuore di Gesù in Prati, que asimismo recibe el nombre de Sacro Cuore del Suffragio y cuya dirección es Lungotevere Prati 12, casi al lado de la Plaza de San Pedro.
Ese templo fue construido a finales del siglo XIX por el sacerdote francés Victor Jouet, aprovechando la previa capilla de la Madonna del Rosario, para rendir culto a las ánimas del Purgatorio. La razón fue un incendio cuyo humo originó una pareidolia, es decir, una mancha que asemejaba un rostro; el galo lo interpretó como una manifestación de un difunto sufriendo en el Purgatorio y se dedicó a recopilar casos similares por toda Europa.
Al cabo de un tiempo había reunido casi tres centenares de ellos, así que decidió rendirles homenaje exhibiendo el material reunido. Creó la Associazione del Sacro Cuore di Gesû in Suffrago della Anime del Pugatorio y se puso en contacto con el arquitecto Giuseppe Gualandi para que rematara los trabajos de construcción de la iglesia iniciada en 1894 y habilitara una sala en la sacristía con fines expositivos. El edificio, de un estilo neogótico insólito en una Roma clasicista (para adaptarse a la estrechez del terreno disponible), estuvo listo en 1917, aunque el museo ya había abierto sus puertas con anterioridad bajo el nombre Museo Cristiano de Ultratumba.
La colección, que tenía piezas de varios países, alguna de las cuales se remontaba hasta el año 1637, se incrementó luego con otros donantes pero, con el tiempo, la iglesia fue restringiendo los objetos a exponer considerando que sólo unos pocos podían se ajustaban a su naturaleza religiosa mientras que la mayoría eran falsificaciones; hoy apenas queda una docena. Y es que el concepto del Purgatorio (estado de expiación de pecados pendientes y purificación del alma antes de entrar al Cielo), que siempre fue polémico, había ido retrocediendo en la doctrina eclesiástica; los protestantes, por ejemplo, niegan su existencia.
El caso es que el museo expone hoy una serie de presuntas pruebas que pretenden acreditar su realidad metafísica y, en cualquier caso, atraer la atención de los vivos en memoria de los difuntos a través de los sufragios (de ahí el nombre del templo), los diversos tipos de ayudas de los fieles para que esas almas lleguen por fin a su comunión con Dios: misas, oraciones, indulgencias…
¿Qué encontrará, en suma, un visitante de tan inaudito sitio? Documentos, fotografías e impresiones a fuego (las llamas siempre se consideraron purificadoras) hechas por los espíritus en cosas materiales cotidianas para manifestarse ante sus familiares de este mundo, caso de libros o ropa. Todo muy etéreo y lindando -cuando no cayendo abiertamente- con el esoterismo más burdo, pero fiel reflejo de una forma muy candorosa y primaria de fe.
Foto 1: Croberto68 en Wikimedia
Foto 2: Bolando en Wikimedia
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