Es probable que si están planeando unas vacaciones en la provincia de Málaga hayan barajado la posibilidad de visitar Mijas, un pequeño municipio situado a una treintena de kilómetros de la capital que presenta exactamente ese aspecto que todos imaginamos cuando hablamos de un pueblo andaluz asomado al Mediterráneo, lleno de casas bajas, de paredes encaladas y callejuelas estrechas para favorecer la sombra. Un sitio así está lleno de atractivos y uno de los más destacados es el llamado Carromato de Max.

Ese nombre, sugestivo y pintoresco a partes iguales, no es metafórico. El Profesor Max fue un hipnotizador llamado realmente Juan Elegido Millán, que además era médico y maestro, natural de Brihuega.

Aventurero, bohemio, viajero incansable, recorrió Europa y África con su espectáculo de magia viviendo mil una anécdotas y aprovechando de paso para ir ampliando una extraña cantidad de rarezas a escala diminuta que él justificaba no sólo por su interés sino por las limitaciones de su hogar ambulante.

Efectivamente, Max se desplazaba en un carro de feria y así llegó a Mijas en 1972, abriendo al público una colección tan singular como variopinta: pulgas disecadas vestidas, una batalla naval recreada en la cabeza de un alfiler, la Última Cena (el cuadro de Leonardo da Vinci) pintada en un grano de arroz, una bailarina tallada en un palillo de dientes…

Es decir, una serie de miniaturas estrambóticas que sumaban un total de 360 inauditas piezas y, sin duda, llamaban la atención de todos los curiosos. El dueño falleció pocos años después y sus herederos llegaron a un acuerdo con el Ayuntamiento mijeño para que éste pasara a ser el gestor de la colección.

El paso de los tiempos y el crecimiento del turismo ha obligado a prescindir del carromato original de madera y chapa para trasladar las cosas a un edificio de la Avenida del Compás, debidamente adecuado para las visitas, que hoy es el Museo de Miniaturas.

Así, desde 1992, las piezas se exponen de forma ordenada en una sala única, protegidas dentro de esferas de metacrilato dotadas de lupas de aumento y bien iluminadas. O sea, con mayores comodidades para los curiosos.

Dénse una vuelta por ese rincón de Andalucía y tendrán ocasión de asombrarse contemplando cosas tan increíbles como un retrato de Lincoln pintado sobre una cabeza de alfiler por el artista ecuatoriano Muñoz Willy, un Padrenuestro escrito en el canto de una tarjeta, unas figuras chinas de terracota y porcelana y otras muchas cosas que le dejarán boquiabierto, la mayoría realizadas con materiales comunes como jabón, palillos, tizas, cerillas, etc.

La estrella del museo es una cabeza disecada por los jíbaros que, según los análisis de ADN, perteneció a un hombre blanco, seguramente un misionero que anduvo por aquellos lares un siglo antes. Pero la capacidad de epatar se mantiene todo el recorrido y sólo por 3 euros. Abren todos los días de 10:00 a 18:00 en invierno y hasta las 22:00 en verano.

Más información: Museo de Miniaturas


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