Hace muchos años, TVE programó una extraña serie británica titulada Caída y auge de Reginald Perrin, cuyo argumento combinaba cierto surrealismo con ese humor inglés tan característico para mostrar la historia de un vulgar empleado que era despedido y, para salir adelante, tenía la insólita idea de poner una tienda donde vendía cosas inútiles… ¡y triunfaba! Pues bien, trasladándonos de Londres a, cómo no, Nueva York, podemos encontrar algo parecido; eso sí, no se trata de un comercio -eso sería ya de nota- sino de un museo.
Me refiero al llamado Mmuseumm, un sitio fundado hace poco, en 2012 y que se presenta a sí mismo como «museo moderno de historia natural», aunque el nombre puede resultar confuso. Y es que de moderno va sobrado pero de natural, lo que es de natural, pues más bien no. De hecho, su colección se compone de cosas cotidianas aunque poco comunes, acordes con la sede de la institución misma, que es un local-escaparate de tres metros cuadrados ubicado en lo que antaño fue un montacargas.
Cosas del barrio de Tribeca, tan artístico y avanzado él, donde cualquier idea, por desfachatez que tenga, puede salir adelante con una aureola cultural. Porque las piezas reunidas por los tres fundadores (Alex Kalman, Josh Safdie y Ben Safdie) no es lo que se dice normal y buscan explorar «temas de la existencia humana cotidiana, sociales y de actualidad» y, por supuesto, son rabiosamente contemporáneas.
Y así, la lista hay que leerla para creerla: una incubadora de huevos de gallina (en funcionamiento, con huevos y todo pensados para eclosionar durante la exposición), unos pantalones vaqueros, una pistola fabricada con impresora 3D, pestañas de la cantante Katy Perry, artículos promocionales de empresas farmacéuticas, un ratón de ordenador… Montones de cosas inauditas organizadas en dieciséis temas.
Algunas simplemente se recogen, seleccionadas por el museo, otras son obras donadas por artistas, como una representación de una treintena de cereales coloreados Cornflakes de Anne Griffiths o la serie de máscaras humanas impresas en 3D de Heather Dewey-Hagborg, autocalificada de biohacker porque sus creaciones incluyen los perfiles genéticos de sus propietarios, obtenidos a partir de chicles, colillas y otros desechos, y sometidos luego a unos algoritmos de reconstrucción facial.
También se pueden destacar las joyas y armas fabricadas por reclusos de una cárcel de California y reunidas por su monitor de arte, Stefan Ruiz (tapas de plástico modeladas, máscaras de gas artesanas, trozos de espuma de poliestireno endurecido que servirían de elementos arrojadizos, etc).
Dada la facilidad para ampliar un conjunto de piezas así, el Mmuseumm ya ha abierto una segunda sede, el Mmuseumm 2, muy cerca, ocupando otro escaparate de dos metros cuadrados. Su colección está firmada por Maira Kalman, madre de uno de los fundadores, quien ha hecho una réplica a escala real de un armario de su propia madre con lo que contenía (ropa, zapatos, artículos personales…), todo doblado, planchado y presentado con un tono predominantemente blanco para contrastar con el cromatismo del callejón, poniendo de relieve el contrate entre orden y caos.
Vía: Dezeen
Más información: Mmuseumm
Descubre más desde La Brújula Verde
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.