Una exposición sobre Leonardo da Vinci es una garantía de éxito. Y no lo digo sólo por la popularidad que le dio la famosa novela de Dan Brown, luego adaptada al cine con Tom Hanks al frente. Me refiero más bien a que aquel genio tenía tal catarata de creatividad que no sólo dio a luz algunas obras maestras inmortales, como La Gioconda, La última cena, La dama del armiño o La Virgen de las rocas, sino que además es uno de los pocos artistas de época al que se reconoce fácilmente en los retratos.
Pero eso no es todo. Lo realmente bueno que tiene Leonardo, y ahí está la clave de ese triunfo casi seguro, es que fascina la fecundidad de su mente. Por eso los eventos que exhiben sus inventos son visitados masivamente, así como pasa con su arte. Ahora imaginen uno en el que se pueda ver un poco de todo. ¿Que no te interesa especialmente la pintura? Pues vas a ver sus esculturas. ¿Que tampoco te van demasiado? Pues los dibujos. ¿Prefieres otra cosa? Pues sus escritos.
Porque, como sabemos, Leonardo da Vinci era tan polifacético -multidisciplinar dirían hoy los burócratas- que probaba y probaba, por eso, aparte de arte, se conservan estudios suyos sobre anatomía, botánica, ciencia, filosofía, urbanismo, ingeniería o arquitectura, entre otras cosas. Por eso también practicó la literatura, la poesía y la música. Y por eso diseñó montones de ingenios, algunos de los cuales se consideran antecedentes de máquinas actuales.
Bueno, pues el Palacio Real de Milán ha organizado una gran exposición -la más grande que jamás se haya visto en Italia- sobre este modelo de sabio renacentista que se inauguró el pasado 16 de abril y permanecerá abierta hasta el 19 de julio. Los comisarios, Pietro C. Mariani y Maria Teresa Fiorio, han reunido nada menos que doscientas piezas, de las que cuarenta y tres son pinturas, veinte esculturas, ciento ocho dibujos y cuarenta manuscritos diversos. todo ello procedente de varias colecciones mundiales, desde el Louvre hasta El Vaticano, pasando por la National Gallery, el Metropolitan, los Ufizzi y otros.
El presupuesto, que asciende casi a cuatro millones y medio de euros pagados por el ayuntamiento local y la sociedad Skira, permite que el visitante pueda contemplar al Hombre de Vitrubio, La belle ferronnière, La Anunciación, etc. Un conjunto estructurado en diez secciones y en el que se ha echado el resto aprovechando la inminente celebración en la ciudad de la Expo 2015, a la que el Palazzo Reale milanés también aportará otra exposición más: la que lleva por tema el arte lombardo desde los Visconti a los Sforza.
La exposición sobre Leonardo incluye algunas obras e instrumental de trabajo de otros artistas coetáneos, como Brunelleschi o Verrochio, por ejemplo. No faltan el habitual catálogo (seiscientas páginas, tiene) y una aplicación para tablets, pero nada como ver las cosas in situ; al fin y al cabo, aunque el maestro fuera ciudadano de la república de Florencia, también vivió una temporada en Milán.
Más información: Leonardo da Vinci 1452-1519
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